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sábado, 12 de marzo de 2005

Votar desde el exterior, III

Las complejidades de implementar un operativo que eventualmente permita recoger el voto de tres o cuatro millones de mexicanos en el extranjero, que cuenten con credencial para votar y estén registrados en una lista nominal especial, son enormes. La intención de reconocerles sus derechos políticos, incluso cuando se han asentado en el exterior, es justa y va en concordancia con las nuevas tendencias internacionales hacia el reconocimiento de las ciudadanías múltiples y el ejercicio de potestades políticas transnacionales de las poblaciones migrantes. Los problemas mayores que enfrenta la iniciativa es el de la poca oportunidad con la cual se aprobó –aunque falta conocer la opinión del Senado , su aparente improvisación y la pobreza de recursos financieros con los que se está dotando al IFE para implementarla 400 millones de pesos . Sobre lo inoportuno de la iniciativa hay que señalar que se aprueba a siete meses de que comience el proceso electoral en octubre próximo, que se emite en el año en que se está realizando la redistritación del país y el reacomodo de más de 65 mil secciones con no más de 1,500 electores cada una, y que en este momento el IFE se encuentra estrenando consejeros noveles y que buena parte de su personal ejecutivo ha sido renovado o reubicado.
La improvisación de la iniciativa es evidente al dejarle al IFE la responsabilidad de prácticamente cualquier materia que demandara cierta precisión. No sabemos cuántos consejos locales y consejos extraordinarios se instalarán en el extranjero, ni dónde, ni cómo. No existe ningún acuerdo internacional que garantice el acceso a espacios públicos, ni tampoco alguna garantía de que la autoridad en el extranjero será tolerante ante las inevitables campañas mexicanas. Eso apenas se va a negociar. ¿Será posible en seis meses?
Los actuales consejeros generales no cuentan con mucha experiencia en materia electoral. Muchos de ellos ni siquiera hablan inglés o alguna otra lengua extranjera. El personal ejecutivo del IFE, excepto en la coordinación de Asuntos Internacionales, tiene nula experiencia en relacionarse con autoridades externas al país. Van a tener que reclutar a marchas forzadas a personal calificado –es decir, que al menos pueda comunicarse en inglés en el exterior, pero que no conoce la materia electoral mexicana. Será más práctico contratar a ese numeroso personal entre los mexicanos que ya viven en el exterior, para evitar exportar más paisanos fuera del país ahora como trabajadores del IFE. Pero muchos de esos paisanos ya han optado por una segunda ciudadanía, y estarían imposibilitados para ser consejeros, funcionarios electorales o de casilla, según lo señalado por el artículo 32 de la constitución, la Ley de Nacionalidad y el Cofipe (artículos 103, 114 y 120). Los resultados de muchas casillas y consejos se verían en riesgo de ser anulados en caso de demostrarse que algún funcionario tiene otra nacionalidad. ¿Quién podría investigar que todos ellos realmente posean sólo la nacionalidad mexicana?
Los riesgos son muchos, y no están siendo considerados suficientemente. Los partidos van a encontrar muchísimas vías para violar las disposiciones que contemplan las reformas del 22 de febrero pasado. Por ejemplo, se prohíbe contratar propaganda en medios extranjeros y limitarse a las retransmisoras mexicanas ¿cuáles? yo me pregunto . Cualquier persona por la libre puede contratar mensajes en los medios del exterior y difundir propaganda disimulada de opinión. ¿Cómo se sancionaría esta conducta? Hay prohibiciones de risa, como la señalada en el nuevo inciso 2 del artículo 190: “El día de la jornada electoral y durante los tres días anteriores no se permitirá la celebración ni la difusión de reuniones o actos públicos de campaña, de propaganda o de proselitismo electorales, tanto en territorio nacional como en el extranjero.” Eso sería ilegal en países donde la libertad de reunión y de expresión están sólidamente garantizados, como en los Estados Unidos. Y el inciso 4 dice: “Durante los ocho días previos a la elección y hasta la hora del cierre oficial de las casillas que se encuentren en las zonas de husos horarios más occidentales del territorio nacional así como en el extranjero, queda prohibido publicar o difundir por cualquier medio, los resultados de encuestas o sondeos de opinión”. Pero el huso horario más occidental es el de Samoa y las islas Midway, con seis horas menos que el horario central de México. Si hay mexicanos en esos recónditos lugares habrá que esperar a que cierren su(s) casilla(s) a las 12 de la noche del día de la elección para dar a conocer encuestas o resultados, lo que incrementará el riesgo de incertidumbre.
El destino de esta elección en el exterior es, al menos, dudosa. Ojalá no contamine al resto del proceso al interior del país. Demasiado hemos invertido para ahora volver sobre nuestros pasos.

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