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viernes, 4 de mayo de 2007

La tragicomedia del ASPAAUG

El día de ayer el comité interino de la Asociación Sindical del Personal Académico y Administrativo de la Universidad de Guanajuato (ASPAAUG) intentó desarrollar la primera asamblea general de sus agremiados en los dos años que ha acumulado su gestión “transitoria”. La convención sencillamente tronó, ante la incapacidad tanto de su mesa directiva como de los asistentes de escucharse mutuamente y definir una agenda mínima a desarrollar en la sesión.
Todos recordamos los lamentables sucesos de junio de 2005, cuando se desconoció el resultado de las elecciones sindicales realizadas el 27 de mayo. Con argumentos sobre presuntas irregularidades que nunca fueron bien aclaradas o definidas –al menos para los que integramos la base del sindicato se desconoció el pretendido triunfo del eternizado líder Juan Manuel Vázquez. El comité electoral que se formó ex profeso había declarado ganador a este último candidato, con apenas 334 votos de los 1,200 emitidos, de un total de 1,800 posibles. Sin embargo, la comisión de honor y justicia del sindicato declaró nulos los comicios y poco tiempo después nombró a un comité interino, curiosamente presidido por la secretaria de aquella comisión. Todo esto se hizo sin contar con facultades explícitas en los estatutos sindicales. Evidentemente el pleito se llevó a la JULCA y comenzó un trajín intenso entre los desconocidos y los desconocentes, que desembocó ocho meses después en una resolución que aparentemente -porque tampoco ha sido suficientemente establecido- le dio la razón legal a la dirigencia interina.
Otro año transcurrió sin que se supiera qué pasos estaba dando el comité interino para convocar a elecciones y retornar al sindicato a la normalidad y la legitimidad de su representación. Eso sí, el comité se hizo cargo de dos negociaciones salariales con la patronal, en negociaciones que resultaron suaves y cordiales. También se hizo cargo del compromiso, nada urgente, de revisar los estatutos sindicales, para lo cual contó con la amable asesoría de un director de recursos humanos que olvidó borrar su nombre del archivo electrónico que se generó desde su oficina. Triste reminiscencia del sindicalismo blanco.
En fin, que ayer la dirigencia se atrevió a convocar a asamblea general, y pretendió imponer la agenda de la sesión, que sólo contemplaba la aprobación de las modificaciones en los estatutos sin acercarse siquiera a la posibilidad de discutir la necesidad de renovar la dirigencia sindical. Sólo olvidaron el pequeño detalle de que este sindicato está integrado por profesores y trabajadores mayores de edad, que tienen capacidades intelectuales y pueden atreverse a tener opiniones propias. Se trata de catedráticos, investigadores, docentes, técnicos académicos y demás personal con altos estándares educativos que han permitido a esta universidad ser reconocida como una de las mejores. Pero se les quiso tratar como entes lobotomizados, ajenos a los derechos que consagra la legislación laboral, e incluso el trato que dictan las buenas maneras. La doctora Dávalos evidenció sus limitaciones de trato, y negó o arrebató la voz a muchos de sus “representados”, hasta que se vio obligada a someter a votación el escueto orden del día. De cerca de 300 sindicalizados presentes, sólo un poco más de 50 votaron a favor de la propuesta de orden presentada por la directiva. Lo que siguió fue un berrinche mayúsculo que llevó a la presidenta del comité a declarar levantada la sesión y a intentar atajar cualquier intento de que la sesión se condujese hacia derroteros diferentes a los que interesaban a la dirigencia.
La mayoría de los asambleístas decidimos permanecer y continuar con la sesión, aún sin la presencia de la mesa directiva. Pero ésta llegó al extremo de ordenar el retiro de todo el equipo de apoyo, e incluso apagar las luces de la sala principal del Auditorio del Estado, donde se verificó el encuentro. Esto era el colmo de la grosería, pero alguien se mantuvo cuerdo y finalmente se mantuvieron tenuemente prendidas las luces, con lo que la reunión pudo continuar por una hora y media adicional. El enojo con la dirigencia era enorme, y sin duda justificado.
El comité interino debe entender que la asociación sindical atraviesa por una crisis grave de legitimidad. Se debe priorizar la renovación inmediata y democrática de la dirigencia, y dejar para después la revisión de los estatutos. Triste espectáculo daremos los universitarios si no logramos ponernos mínimamente de acuerdo, y más aún en un periodo delicado como el actual cuando un Congreso estatal poco simpático nos tiene en la mira y cuestiona el proyecto de universidad futura que le hemos entregado.

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