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viernes, 14 de marzo de 2008

Isauro Rionda Arreguín


El honorable ayuntamiento de Guanajuato capital otorga año con año el reconocimiento al “Guanajuatense distinguido”. Se entrega hoy, el día más significativo para la identidad cuevanense: la festividad de la Virgen de los Dolores y su muy hermosa romería de las flores. En esta ocasión el galardón fue asignado a un destacado trío de personajes de fuste: el llorado maestro Armando Olivares Carrillo, destacado intelectual, literato, orador y político, fallecido hace casi medio siglo; la maestra Teresa Pomar Aguilar, quien con toda seguridad es la más destacada experta en artes populares en nuestro país –y con quien tuve el gusto de colaborar hace más de 20 años en el estudio del arte popular guanajuatense , y el cronista vitalicio de esta ciudad, el maestro Isauro Rionda Arreguín, mi padre.
Esta distinción fue iniciada por el primer cuerpo edilicio que presidió Arnulfo Vázquez Nieto en 1995. Fue precisamente el maestro Isauro Rionda quien, en su calidad de primer regidor de ese ayuntamiento, promovió la institución de este justo reconocimiento a los mejores hijos de esta ciudad. Desde entonces una veintena o más de cuevanenses han sido honrados con esa deferencia comunal. Desgraciadamente el propio fundador del galardón no había sido distinguido, hasta ahora, con el mismo. A los miembros de la familia se nos confirmaba el dicho de que nadie es profeta en tierra propia. Esto fue evidente cuando el honorable ayuntamiento de Silao, su ciudad natal, determinó homenajearlo el 3 de mayo del 2000 asignándole a la casa de la cultura de esa ciudad el nombre “Isauro Rionda Arreguín”. Más adelante, el 3 de junio de 2004, la LIX legislatura del Congreso del Estado le otorgó el Premio Estatal al Trabajo y Servicio Civil. Lo más cercano a la dignidad de “Guanajuatense distinguido” lo obtuvo cuando el ayuntamiento que presidió el arquitecto Rafael Villagómez acordó –por unaminidad otorgarle el “Reconocimiento Don Miguel Hidalgo y Costilla, Padre de la Patria”, el 30 de mayo del 2003.

En fin, que se tardaron los ediles cuevanenses en reconocer más de cincuenta años de servicio comunitario, pero lo hicieron al fin. Por ello es de justicia agradecer la deferencia a nombre de mi padre, del mío propio y de nuestra familia. Concordamos con el comentario que hizo uno de los regidores renuentes: “guanajuatenses distinguidos somos todos”. En efecto sí lo somos. Pero nobleza obliga a reconocer el esfuerzo honrado, la sabiduría acumulada y el cariño activo hacia esta ciudad. No todos hemos aportado lo mismo a su engrandecimiento.
Don Isauro tiene una amplísima trayectoria en el servicio social y comunitario, la promoción cultural y el cultivo del conocimiento histórico de avanzada. No voy a abusar de la paciencia de los amables lectores recetándoles un resumen de su currículum. Mejor invito a los curiosos a consultar la semblanza que publiqué en la Wikipedia, donde quise poner en evidencia la riqueza de una vida comprometida con el servicio a los demás. Mi padre, como hombre con un carácter definido, siempre ha provocado en los que lo conocen reacciones encontradas: hay muchos que lo admiran y adoran, pero existen los que le vituperan y abominan. Lo que es seguro es que nadie puede ser indiferente ante su presencia poderosa. Por eso no me sorprende la reacción que provocó entre algunos miembros del ayuntamiento. Lo que sí me sorprendió es que la resistencia haya provenido de ediles de partidos que se dicen liberales y progresistas, ya que mi padre es sin duda un hombre liberal y progresista, de izquierda incluso. Sólo me explico este raro fenómeno por la ignorancia individual de los perpetradores.
Pero los Rionda estamos muy contentos con este reconocimiento. Gozamos del placer de confirmarnos trascendentes dentro de nuestra comunidad. El maestro Isauro recibe una inyección de vitalidad a sus bien vividos 73 años, y este “cariñito” de parte de su ciudad nos lo dejará con cuerda para seguir produciendo y sirviendo por muchos años más. Agradecemos al doctor Eduardo Romero Hicks y a la doctora Teresita Rendón Huerta Barrera por su sensibilidad y buen juicio. Guanajuato es una ciudad de rancios linajes de hombres y mujeres de bien, y los Romero, los Rendón y los Rionda somos parte de esos “guanajuatenses distinguidos”. Aunque a algunos les pese.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Con todo respeto creo que su señor padre ha sido poco respetuoso con quienes también merecen ser guanajuatenses distinguidos.
La maestra Pomar merece tanto o más que él ese nombramiento.
A tal grado, que parecería que teme que ella lo opaque.
Por lo demás, ojalá que él no haya sido de los promotores de ese galardón con el deseo de que un día se lo otorgaran.
Los honores no se reclaman para sí mismos, eso es de mal gusto.