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martes, 20 de octubre de 2009

Gasto superfluo

Gasto superfluo

Por: © Luis Miguel Rionda ©

Publicado en el de Guanajuato.
Muchos de los nuevos ayuntamientos del estado de Guanajuato han heredado una situación insostenible: el aparato burocrático que se infló de manera irresponsable en los últimos tres años está pesando fuertemente sobre las finanzas de los gobiernos municipales. El “boom” petrolero del 2006 y 2007 provocó una euforia de gasto que ha dejado secuelas inquietantes. Los munícipes de entonces creyeron que las participaciones extraordinarias que les llegaron del gobierno federal se convertirían en una constante, y que para enfrentar las nuevas exigencias de un gasto ampliado debían contratar más personal, particularmente de confianza. Pero incluso el personal que cobra vía honorarios genera derechos laborales, que hoy deben ser respetados por los recién llegados. La situación es particularmente difícil en los gobiernos donde hubo alternancia partidista, pues parte de ese personal que hoy gravita sobre las precarias finanzas municipales, fue reclutado entre simpatizantes o allegados a los ex-ediles. Algunos ni siquiera tienen tareas bien definidas, pues no faltaban los comodines ¿o comodinos?- tipo “milusos”- que le entraban a todo.
A lo anterior se suman los onerosos “bonos de marcha” que se asignaron a los funcionarios que dejaron el cargo. No es propiamente la liquidación a la que legalmente tienen derecho, sino un “premio al desempeño” que no está contemplado en la ley, y que además no es producto de una evaluación objetiva de la eficacia del servidor público, sino que se asigna de forma caprichosa o arbitraria, aunque sea avalada por el ayuntamiento respectivo. En León, el municipio más importante de Guanajuato, se llegó al extremo de malbaratar parte del patrimonio del municipio -las reservas territoriales- para poder enfrentar este gasto extraordinario. Es incomprensible desprenderse de bienes permanentes y comunitarios para cubrir pagos efímeros e individuales.
Adelgazar la estructura burocrática de los municipios será difícil en tiempos de escasez presupuestal. Como ejemplo tenemos la estrategia que ha propuesto el presidente municipal de León, Ricardo Sheffield, quien está afanado en deshacerse de al menos un centenar de servidores públicos con funciones no esenciales. Ha recurrido a la puntada de solicitarle a los empresarios locales que “le pichen un burócrata”, es decir que los magnates paguen la liquidación de un trabajador. Quiero ver quién le entra a esta folclórica invitación, pues estoy seguro de que los patrones dirán: ¿y yo por qué voy a pagar por las torpezas del gobierno?
Es lamentable que la función pública siga siendo conducida con la miopía y cortoplacismo, particularmente en el ámbito municipal. Pero tampoco se salva el gobierno estatal. Es bien conocido que el aparato burocrático ha crecido fuertemente en los últimos nueve años. Pronto se hará necesario adelgazar al gobierno estatal, sobre todo ante el gasto que representó la compra de las 700 ó 1000 hectáreas para la apuesta de la refinería. El año próximo veremos “reingeniería” del gobierno, y volverá a oírse el chiste que se popularizó en tiempos del gobernador Fox: “¿qué es un trío? Es un mariachi luego de la reingeniería”.

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