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viernes, 21 de mayo de 2010

Feria de lectura en León

Feria de lectura en León







Publicado en Milenio de León.


La Feria Nacional del Libro de León (FeNaL) me provoca dos reacciones: una de intenso optimismo, y otra de preocupación; la primera al constatar que cada año el evento mejora, y que en lo personal me recuerda la evolución acelerada que experimentó la FIL de Guadalajara desde sus humildes inicios en 1987, hasta el espectacular despliegue actual de 34 mil metros de exposición con mil 200 editoriales y docenas de miles de títulos, lo que la hace una de las mayores ferias del mundo. La segunda reacción, de preocupación, responde a mi personal y relativa percepción de poca afluencia de visitantes leoneses, excepto cuando hay alguna presentación atractiva, en la que los autores locales suelen acarrear a amigos y familiares, o bien por la presencia de algún figurín de la literatura nacional.
Son ya 20 años, apenas tres menos que la FIL, y ya es la cuarta feria del libro más importante del país, según reza el sitio publicitario del evento. Supongo que las otras dos son la Feria del Libro del Palacio de Minería y la Feria Metropolitana del Libro, ambas en la ciudad de México. También la de Monterrey podría entrar en esa puja por las más importantes del país.
La FeNaL se despliega en más de 9 mil metros cuadrados de exposición y 250 puestos –no son stands, por favor- con la misma cantidad de editoriales. Un montón de presentaciones de libros y novedades, así como un programa cultural paralelo, le dan vida al encuentro librero. Pero tal vez la mejor iniciativa fue la del bono “LeeMás-FeNaL”, que dobletea los escasos centavos con que concurren los sufridos lectorales para comprar su cuota anual de libros. Eso no existe, que yo sepa, en ninguna otra feria. Es una espléndida idea, que espero se pueda sostener financieramente en el futuro.
Se dice que en su última edición la FeNaL logró convocar a 99 mil visitantes durante los diez días de actividades del 2009. Nueve mil al día. Es la misma cantidad que reporta la Feria del Palacio de Minería. Lo malo es que muchos de esos visitantes son jóvenes alumnos de educación básica y media, que acuden acarreados por sus profesores. ¿Cuántos serán los que acuden por voluntad propia? Me aventuro a calcular que menos de la mitad. Muy pocos para una ciudad que suma ya más de un millón 300 mil habitantes. Y es que el leonés promedio, el guanajuatense y el mexicano, leen muy poco, y no gustan de gastar su dinero en libros ni en revistas de contenido. Y si un día nos animamos a comprar un libro, a veces obligados por la escuela, buscamos comprarlo pirata, fotocopiarlo o “googlearlo”. No nos parece delito el pirateo en el libro, pero sí en otros vehículos culturales, como el disco compacto musical.

Espero que en poco tiempo veamos cómo la FeNaL desborda sus actuales linderos. Pero para ello hay que trabajar mucho con el reforzamiento de la lectura como hábito cotidiano, como acción placentera que nos pone en contacto con lo mejor de nuestros imaginantes, nuestros creadores y nuestros ensayistas. Hay que crear y criar lectores, y un espacio privilegiado es la escuela en todos los niveles. Pero en la familia es donde el joven mama la lectura. Los libros como adorno de la sala no sirven para fomentar el hábito; pero sí lo hace el observar al padre o la madre que dedica media hora, una hora a la lectura en su sillón favorito, o en la cama junto a al buró, donde los libros compiten con el control de la tele.
Las universidades de León deberían armar sus propias ferias del libro, algunas de ellas especializada en campos del conocimiento. Lo mismo podrían hacer las cámaras empresariales, los clubes de servicio, los círculos de estudio y otras colectividades. También se podría impulsar la lectura electrónica mediante la distribución gratuita de libros sin derechos de autor vigentes. Y agregar formas alternas de lectura: audiolibros para débiles visuales, lecturas en Braille, maratones de lectura, talleres literarios, etcétera.
Pero hay que aplaudir la buena organización y la renovada proyección de la FeNaL al ámbito nacional. Ojalá la feria un día se constituya en un destino turístico, como ya lo es la FIL, que es capaz de llenar los hoteles de Guadalajara durante una semana. Al tiempo.


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