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martes, 19 de octubre de 2010

Villagrán del aguaje

Villagrán del aguaje

Publicado en de Guanajuato.

Con esta nueva monografía municipal de Guanajuato, hemos acumulado 13 reseñas de estos textos que ha venido publicando la Comisión Estatal de Conmemoración del Bicentenario. De las hasta ahora comentadas, la de Villagrán, escrita por Juan Ramírez Mendoza, es la más breve: 38 páginas presentadas en un formato diferente al resto, más pequeño tal vez para justificar la edición de un folleto que difícilmente reúne características de libro.

Villagrán, que recibió su nombre al ser erigido en municipio en 1930 para honrar al insurgente Julián Villagrán, quien ni siquiera era nativo de ahí, es un municipio importante, el número 27 del estado de Guanajuato por su población de 50 mil habitantes apretados en 126 kilómetros cuadrados. Se ubica en pleno corazón del Bajío, a un costado de las carreteras más importantes del estado: la libre y la de cuota entre Salamanca y Celaya, ambas con el número 45. Como el mismo autor refiere, el índice de desarrollo humano de este municipio no es bajo, pues cuenta con los servicios urbanos necesarios, así como una agricultura pujante, industrias variadas -la Campbell’s entre ellas- e instituciones educativas relevantes. Sus artesanías reflejan el origen otomí de la comunidad, como las cestas y los petates, que enmarcan el escudo del municipio.
Por eso mismo llama la atención la parquedad de esta mini monografía, que además es pobre en su aspecto histórico. No se entiende si esto responde a que no se cuenta con información suficiente de ese tipo, o el autor fue negligente, o incluso ignorante. Si yo hubiera sido un dictaminador de la publicación, habría rechazado cualquier posibilidad de que el texto pasase a la imprenta. Es un desperdicio de dinero público.
Aunque el escudo municipal luzca la leyenda “Pueblo humilde y laborioso”, estoy convencido de que todas las divisiones políticas del estado merecen contar con trabajos bien hechos que rescaten la memoria local. Un municipio sin una historia matria sistematizada y publicada padece un enorme retraso en su desarrollo humano, en su conciencia de pertenencia y de solidaridad comunitaria.

No conozco suficientemente el municipio, al que he visitado un par de veces solamente. Pero estoy seguro de que entre sus viejos, en los archivos pequeños o grandes con que cuente, en sus maestros y en sus instituciones deben existir importantes reservorios de memoria que podrían constituir una auténtica monografía histórica. Eso lo han evidenciado otros esfuerzos monográficos reseñados antes en esta columna, como vimos en el caso de Huanímaro, una entidad mucho más marginada del desarrollo que Villagrán. Sólo se necesita un autor con ganas, imaginación y esfuerzo suficientes como para generar un documento apreciable, que dé orgullo a sus coterráneos y permita abrir brecha para arranques posteriores sobre historias particulares.
Igual que la monografía anterior, la de Villagrán apenas mereció un tiraje de 600 ejemplares. En este caso puedo entender la limitación, por el escaso valor de la monografía. Pero el hecho es que parece existir en los criterios de la Comisión del Bicentenario una diferenciación injustificable entre los municipios “importantes” y los que no lo son. En fin, sus razones habrán tenido.
Ojalá que Villagrán pueda ser historiado como se debe en el futuro. Sobre todo por parte de algún historiador con formación en ese campo académico, ya sea nativo o no de ese municipio. Valdría la pena que el gobierno local invirtiese un poco en apoyos para una labor de este tipo.

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