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viernes, 29 de julio de 2011

Hace un año, 2

Hace un año, 2

Publicado en Milenio de León.

En sesión del Ayuntamiento de Guanajuato capital del 13 de julio de 2010 se emitió un acuerdo autorizando la factibilidad en el cambio de uso de suelo del predio “Granja La Bufa”, de poco más de 47 hectáreas que abarcaban el cerro del Hormiguero –precisamente donde se realiza desde 1624 la verbena popular para celebrar al Santo Patrono de la ciudad, Ignacio de Loyola hasta la propia cuenca de la presa colonial Pozuelos, tan lastimada. Lo abrupto de la decisión, que se venía cocinando desde diciembre en negociaciones muy reservadas, nos sorprendió fuertemente a muchos ciudadanos comunes. Reaccionaron en particular los jóvenes estudiantes y algunas personas mayores que temieron por el destino de esta fiesta popular, así como por el arranque de un proceso de urbanización salvaje en un área que hasta entonces se había mantenido ajena a la especulación urbana.
El instrumento que ese grupo de jóvenes y adultos encontraron para canalizar su enojo y comenzar a organizar un Movimiento Social Urbano –en la terminología de Manuel Castells- fueron las redes sociales que han surgido gracias a las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, las célebres TIC’s, cuyo espacio principal es la virtualidad del internet. En este caso la herramienta privilegiada fue la red social Facebook, fundada como es de todos sabido por el joven Mark Zuckerberg (1984), estudiante de la Universidad de Harvard, a mediados de la década pasada. Un par de jóvenes, Cecilia Barrera (1988) estudiante de Derecho de la UIA-León, y Alfredo “Kanels” Segura (1985), recién egresado de la misma carrera en la Universidad de Guanajuato, decidieron abrir un grupo de discusión en el Face, al que denominaron “Guanajuato somos todos!!”, así con doble admiración.
En pocos días nos sumamos centenares de participantes y las discusiones y el enojo colectivo nos llevó a acordar la realización de un primer encuentro personal de los integrantes que pudieran. El 22 de julio un grupito de 20 personas nos reunimos en el estacionamiento de un centro comercial, desde donde se admira –espléndida- La Bufa. Acudieron sobre todo jóvenes, pero también algunas señoras y yo, que ya acumulamos edad. Ahí se definió la primera acción colectiva: una marcha multitudinaria para el siguiente domingo 25, que partiera del monumento a Florencio Antillón, hasta la Plaza de la Paz. En tres días se organizó el operativo, que requirió de una gran colaboración entre personas que hasta ese día no se conocían.
La cita fue a las 11:00, y a esa hora éramos muy pocos los que nos apersonamos frente a la Escuela de Música. Al principio el miedo fue al ridículo, a que marcháramos 20 ó 30 “catrines” –siempre nos han acusado de ser un movimiento clasemediero- por entre el tráfico y la indiferencia popular. Afortunadamente no fue así: de los autobuses urbanos bajaban y bajaban personas vestidas con playera blanca y pantalón de mezclilla, el atuendo que acordamos emplear para identificarnos. Ya cerca del mediodía, comenzamos a marchar más de 250 personas –yo las conté- enarbolando cartelones y pancartas, pero sobre todo gritando a todo pulmón: “¡Guanajuato tiene voz!”, “¡Ni hoteles ni casas, queremos La Bufa así como está!” “¡Nicéforo, entiende, La Bufa no se vende!”
Por una confusión inevitable, otro grupo de ciudadanos se había reunido en la glorieta Pozuelos. Pudimos contactarnos y ellos atravesaron el túnel que lleva a Embajadoras, donde se nos unieron en medio de una gran algarabía. Nuestro grupo fue creciendo hasta que al atravesar por el Jardín Unión ya éramos más de 500 vociferantes. Culminamos en el monumento a La Paz, donde la lluvia no arredró a una multitud exaltada, que defendía su tradición, su cultura y sus espacios naturales.
La autoridad municipal reaccionó con la descalificación y la diatriba. Se nos acusó de ignorantes desinformados, manipulados por “intereses políticos oscuros”, y no sé de qué más. El movimiento continuó. Otra vez por medio de las TIC’s, mediante los grupos “Guanajuato somos Todos” y “Rescatando Los Picachos”, a los que pronto se unieron el Consejo Ecologista Guanajuatense y el Frente Cívico “Euquerio Guerrero”, convocamos a una segunda movilización, que se realizó apenas seis días después el sábado 31, el mero Día de la Cueva.

Para esa marcha ya hubo más coordinación y eficiencia. Nos reunimos en la glorieta Pozuelos, ahora portando más pancartas y más camisetas con el rojinegro logotipo de GST. Con un equipo de sonido rentado animamos una caminata de más de mil personas, sobre todo familias acompañadas de sus chiquitines, que recorrimos los dos o tres kilómetros de carretera panorámica que separan la glorieta del cerro de El Hormiguero, donde se realiza la verbena popular desde el siglo XVII. Los comerciantes nos regalaban botellas de agua. Los paseantes nos vitoreaban, y muchos se nos unieron, hasta que llegamos a la explanada cerril donde realizamos un nutrido mítin, donde quien quiso hizo uso del micrófono. Al final culminamos con nuestro canto de guerra: “Tierra de mis amores”, de don Jesús Elizarrarás.
Continuaremos rememorando la próxima.


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