El proceso de selección del Rector de la Universidad de Guanajuato ha pasado por un aparente impasse durante estas últimas cuatro semanas, dos de ellas debido a las vacaciones veraniegas de la institución. Como prometí en mi contribución del 6 de julio pasado, debo continuar con mi análisis del procedimiento y los aspirantes. En la página electrónica que la UG abrió para subir información pertinente al asunto, a la fecha sólo se puede encontrar la convocatoria y los lineamientos y criterios generales que dicta la normatividad universitaria. No hay más.
La Comisión Especial (CE) del Consejo Universitario (CU) reanudó su trabajo la semana pasada, y por el calendario que se contiene en el documento de lineamientos supongo que se encuentran debatiendo –si es que hay algo que debatir- sobre si los cuatro aspirantes registrados reúnen las características que determina la legislación: ser mexicano, mayor de 30 años, grado universitario de nivel superior, mínimo de cinco años de servicio en la actividad académica de la UG, no ser dirigente de partido político, tampoco ministro de culto religioso, y no ser candidato a cargo de elección popular. Pero se agregan tres aspectos muy subjetivos de determinar: haberse distinguido en su actividad docente, de investigación o de extensión; gozar de reputación como persona honorable, tener conocimiento de la realidad institucional y capacidad de conducción. ¿Cómo se evalúan estas capacidades? Sólo se puede aplicando el sentido común –que con frecuencia es el menos común de los sentidos- de los integrantes de la CE. El asunto de la “reputación” me suena más a arquetipos basados en sendos prejuicios sociales; me explico con un ejemplo imaginario: si un aspirante fuera gay, pues ya se amoló, pues su “prestigio” estará por los suelos sin importar sus facultades reales. Pero en cambio bien podría tratarse de un malandrín habilidoso que ha sabido mantener un “prestigio” incólume gracias a hábiles labores de socialité.
En fin, dejo de desvariar. La CE debe entregar este 10 de agosto un dictamen sobre la factibilidad de que cada uno de los cuatro registros se traduzca en una candidatura oficialmente reconocida por el CU. Sólo a partir de entonces veremos más actividad de “proselitismo” de los candidatos, quienes estarán autorizados a difundir y debatir sus proyectos y perfiles ante la comunidad universitaria. Dicen los lineamientos: la CE “difundirá sus nombres, trayectorias y proyectos de desarrollo, ante la Comunidad Universitaria, por los medios de comunicación que estime idóneos, entre el 13 y el 22 de agosto”. Estos son diez días apenas, cuando se supone que los universitarios y la sociedad en general podremos enterarnos –al fin- de los detalles de las trayectorias personales y las propuestas institucionales de los cuatro profesores.
Esta “auscultación” febril dará materia para un nuevo dictamen de la CE el día 24, ahora para que el CU pueda presentar su propuesta de candidatos al Consejo Directivo -los célebres “siete magníficos”-. Entonces se inicia la segunda y última fase del proceso, con una nueva auscultación y un nuevo ventaneo de los aspirantes.
Hoy, lo primero que debo señalar es la preocupante carencia de información que existe en los medios universitarios sobre lo que está pasando en la “caja oscura” de la CE. No veo por qué no se han “subido” los CVs y los proyectos de los aspirantes a la página de la UG. Ejemplifico: si por alguna razón la CE determinase que alguno(s) de ellos no cumplen con lo estipulado en nuestra normatividad, y por ello determina en su dictamen del día 10 que no puede ser inscrito como candidato, su delicada decisión podría transparentarse y legitimarse si todos tuviéramos acceso a la información con que cuentan los comisionados. Y si el argumento en contra consiste en que hay información que no puede hacerse pública –no me imagino por qué- entonces habría que preguntarse en serio si el proceso puede fundarse en la opacidad.
Vale la pena que el proceso se acompañe con un amplio análisis de los proyectos y perfiles de los aspirantes, y no veo por qué tengamos que esperar para hacerlo. Hoy día, la única información sobre esos propósitos que está disponible al público en general son las pocas entrevistas que algunos aspirantes –de tres de ellos pude encontrar material- han dado a los medios escritos. Y a lo mejor se están arriesgando a alguna reconvención de parte de la CE. Yo me atrevo a solicitarle a ésta que agilice el flujo de información, y que comencemos el debate ampliado. Entre universitarios y demás gente interesada debemos darnos esa oportunidad.
Artículos de coyuntura publicados por Luis Miguel Rionda Ramírez en medios impresos o electrónicos mexicanos.
Antropólogo social. Profesor titular de la Universidad de Guanajuato y de posgrado en la Universidad DeLaSalle Bajío, México. Exconsejero electoral en el INE y el IEEG.
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