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viernes, 31 de julio de 2020

La Cueva de San Ignacio

La Cueva de San Ignacio

Por: © Luis Miguel Rionda ©

Publicado en:
ZonaFranca.mx Milenio León
http://15diario.com/hemeroteca/15diario/hemeroteca/2013-11-15/rionda15.html
eslocotidiano.com

Hoy es Día de la Cueva en Guanajuato capital. Se cumplen 404 de celebrar esta fiesta y verbena dedicada al entonces beato Ignacio de Loyola. La referencia religiosa es pretexto para que media ciudad se traslade al cerro del Hormiguero y los bajos de la Bufa y los Picachos, donde se come y se bebe en familia en carpas improvisadas, se acude a misa en la gruta de cantera, y se comercia con chucherías, ropa, comida, golosinas y bebida, en el éxtasis de la música para el bailongo.


El sentido original de la fiesta hace referencia a la cueva del pueblo de Manresa, España, donde Ignacio vivió varios meses de 1522 en ejercicio de recogimiento y meditación, y también redactó sus Ejercicios espirituales, fuente de inspiración para las generaciones de la contrarreforma religiosa europea. Ese movimiento religioso que respondió a las fuerzas revisionistas que cundían en el norte europeo y que cuestionaban la corrupción del catolicismo ortodoxo, y le contraponían la sobriedad en sus formas y modos. La contrarreforma respondió con lo contrario: la exuberancia del pensamiento que se canalizó mediante el barroco y su intento de reflejar lo divino en la materialidad del arte.

Desde tiempos tan lejanos, la ciudad minera recrea su vocación jesuítica y su gusto por lo frondoso en esta fiesta de la abundancia y la alegría. El Día de la Cueva es la verbena principal para una villa con innumerables fiestas religiosas. La convivencia ayuda a confirmarle a la principal montaña de esta ciudad escabrosa su primacía en la magia del imaginario colectivo. La fiesta de La Bufa, nuestra Bufa, similar a la de Zacatecas, pero diferente por esta aura de hechizo y sortilegio que emana de su Cueva encantada, espacio para misas blancas y negras, con su estatua de cantera de San Ignacio, que siempre amanece descabezada y pintarrajeada por vándalos impíos.


En esta ocasión se cumplen diez años de cuando La Bufa convocó a la movilización ciudadana en defensa de sus espacios naturales, tan sagrados para quienes habitamos bajo su mirada protectora. Miles de guanajuateños levantamos la voz en reacción contra la intención del ayuntamiento de entonces, de autorizar la urbanización de sus bajos y cañadas. El Día de la Cueva de ese año marchamos más de mil enojados residentes para exigir el respeto a esos espacios ancestrales, y en el llano del Hormiguero cantamos el himno de Guanajuato, “Tierra de mis amores”, del inolvidable cuevanense Jesús Elizarrarás.


El enojo social impulsó al entonces alcalde —surgido de una inusual coalición PRI-PRD— a solicitar la realización del primer y único ejercicio de democracia directa que hemos experimentado en nuestro estado, el plebiscito del 5 de diciembre de ese año. Los opositores ganamos la votación con 84% de los 12 mil 547 sufragios emitidos, con una participación del 12.84% de la lista nominal municipal.

La identidad cultural de los pueblos y villas del Bajío se basa mucho en su arraigada religiosidad, consecuencia de un modelo colonizador que impuso a la fuerza los valores del catolicismo rural y conservador de los pueblos españoles, que vivieron en carne propia la violencia de la reconquista, los conflictos con el Moro y la persecución de los herejes. La contrarreforma de San Ignacio sigue viva en el ethos regional guanajuatense.

Jorge Ibargüengoitia lo sabía, y por el Día de la Cueva rebautizó a nuestra peculiar ciudad minera: Cuévano. Por eso somos cuevanenses.



martes, 28 de julio de 2020

Lenguajes venenosos

Lenguajes venenosos

Por: © Luis Miguel Rionda ©

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Milenio León
http://15diario.com/hemeroteca/15diario/hemeroteca/2013-11-15/rionda15.html
eslocotidiano.com

El lenguaje es una capacidad comunicativa cuya potencia ha sido llevada a extremos notables en el ser humano. En nuestra especie, todos los grupos desarrollan códigos —o sistemas de signos y significados— que facilitan la convivencia cotidiana. Los lenguajes se basan en elementos, las palabras, que son como los átomos de las estructuras de sentido. Las palabras se proyectan mediante un recipiente —una serie de sonidos, un conjunto de trazos gráficos u otros recursos— y transportan un contenido significativo, que denominamos “concepto”.

Los conceptos son las “moléculas” del lenguaje. Una definición más formal sería que un concepto es una imagen mental de un elemento de la realidad que es abstraído —traducido en imágenes mentales— para después ser “empaquetado” en ese concepto.

Este es un proceso que es determinado externamente por la psique colectiva, el ethos comunitario que se construye como respuesta adaptativa de un grupo humano a su entorno concreto. Ningún individuo determina los contenidos de un concepto, más que cuando interactúa con sus semejantes. En otras palabras, una persona individual no tiene la capacidad de alterar sustancialmente los significados de las palabras y sus conceptos. Y esto vale para las expresiones complejas.


Toda sociedad amolda sus lenguajes a las circunstancias propias de su momento histórico, su desarrollo tecnológico, su nivel de institucionalización y su cuerpo regulador de conductas —corpus legal o normativo—. Así, en la república espartana los ilotas eran considerados poco más que animales; los romanos esclavizaban sin piedad a pueblos completos considerados “bárbaros”; los conquistadores españoles subyugaron a civilizaciones americanas completas, y los redujeron a calidad de “menores de edad”; los colonos ingleses, holandeses y franceses exterminaron a los nativos en los dominios imperiales, y así, un larguísimo etcétera. Sus hablas reflejaron los sistemas de dominación y justificación de los poderosos, pero también de defensa por parte de los dominados.

Las lenguas reproducen la conceptualización de un pueblo sobre su realidad, y en particular sobre los otros, los diferentes. Los conceptos se cargan o descargan con contenidos ideológicos, y con frecuencia sus usuarios pierden conciencia de sus significados originales, y se mantienen en uso cotidiano más tiempo que las coyunturas que les dieron origen. No es raro escuchar expresiones con raíces discriminadoras que se emplean —con o sin malicia— en la conversación cotidiana: “trabajo como negro”, “no tiene la culpa el indio”, “me engañaron como a un chino”, “tiene un nopal en la cara”, y un largo etcétera.

El empleo de conceptos cargados negativamente no es único de nuestro país. Ocurre en cualquier conjunto humano. El “otro”, el diferente, siempre despierta temores y provoca una primera reacción de aversión. Es un reflejo condicionado arraigado en nuestra naturaleza animal. No lo justifico, sólo intento explicarlo. La educación inclusiva puede paliar este fenómeno, pero no desarraigarlo por completo, pues los valores y los prejuicios culturales son absorbidos desde la infancia, a través de la familia y el grupo inmediato a la persona.

La corrección política que impera en nuestros días ha añadido complejidad a este tema, pues se han desarrollado amplios y nuevos códigos de compostura que combaten las viejas expresiones prejuiciadas, que algún día tuvieron su momento de “corrección”. Contamos ahora con “lenguajes incluyentes” para el género —y su diversidad—, para las “razas” —otro término hoy demonizado—, para las poblaciones “en situación de vulnerabilidad” —“discapacitado” es preferible a “incapacitado”—, para los grupos etarios —ya no puede emplearse el término “senectud”—, etcétera. El lenguaje se convierte en un recurso más para la construcción de discursos políticos donde imperan las ideologías y sus respectivas correcciones.


Despliego esta reflexión motivado por el linchamiento en medios que se ha dirigido contra el consejero electoral del INE, Uuk-Ib Espadas, por haber empleado una expresión políticamente incorrecta en una entrevista, donde el tema abordado nada tenía que ver con el pretendido racismo del que se le acusa. Conozco al consejero desde hace más de tres décadas y me consta su compromiso con la democracia y los grupos históricamente sojuzgados, como lo ha sido la población de origen afro. Coincido en que fue desafortunado el uso de una expresión cargada, pero el consejero se refería al significado coloquial que se le da —todavía— en nuestro país. Nunca hubo un segundo mensaje o prejuicio oculto.

El desarrollo de esos grupos vulnerados debe fundamentarse en acciones trascendentes para la resolución de las contrariedades que los afectan en el plano material y en el cultural. Hay que combatir los estereotipos venenosos en el lenguaje, sí, pero no mediante el cadalso y el oprobio públicos, sin atender el derecho a réplica, con apertura de mente y beneficio de la duda.

De otra manera, caemos en lo que criticamos: el prejuicio y la discriminación, ahora por parte de la nueva corrección política.

viernes, 24 de julio de 2020

Nuevos consejeros

Nuevos consejeros

Por: © Luis Miguel Rionda ©

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ZonaFranca.mx Milenio León
https://www.15diario.com/nuevos-consejeros-luis-miguel-rionda.html
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Este miércoles pasado fueron votados por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión los cuatro nuevos consejeros electorales que cubrirán las vacantes en el Consejo General del Instituto Nacional Electoral. Se trata de Norma de la Cruz, Carla Humphrey, Uuk-Ib Espadas y Martín Faz. De las dos primeras tengo excelentes referencias —el mundillo electoral es pequeño—, y los dos últimos son mis amigos personales. Me sirvo de estas líneas para expresarles una muy sincera felicitación, y mi solidaridad en la difícil tarea que les espera, pues se unen a una gran institución, altamente reconocida en el extranjero, pero que en casa está sometida a embates interesados, injustos y arteros.


La democracia es una tarea que se construye entre todas y todos, todos los días. Son muy importantes las instituciones —organismos electorales y partidos políticos— que la sustentan, pero al final son mujeres y hombres los que dan sustancia a esas estructuras virtuales. Estos cuatro consejeros significan el arribo de nuevos vientos y nuevas ideas, si consideramos lo diferentes que son sus orígenes y trayectorias. De las consejeras no me atrevo a decir mucho, por mi personal ignorancia, pero de mis dos colegas sí.

A Uuk-Ib lo conozco desde hace tanto tiempo que dudo en compartirlo, pues ambos tenemos mucho kilometraje. Es un campechano en todos los sentidos. Lo conocí en el ambiente de los académicos electorólogos, cuando la materia electoral comenzó a ser de interés académico, como resultado del debate en torno de las elecciones federales de 1988. Somos fundadores de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales, que en sus orígenes fue un grupo especializado del Consejo Mexicano de Ciencias Sociales. Ambos somos antropólogos sociales, con enfoque en la antropología política. Tiene una destacada carrera en la izquierda, plenamente reconocida y reivindicada por él. Se retiró de la política hace más de una década, y regresó a la academia y al análisis político en los medios peninsulares. Cortés y gran conversador como buen maya, no es persona de concesiones en su compromiso con la democracia política y social.

A Martín Faz lo conocí cuando ambos fuimos designados consejeros electorales en nuestros institutos locales, él en el Consejo Estatal Electoral de San Luis Potosí, y yo en Guanajuato. Esto en octubre de 2014. Coincidimos en varios encuentros de consejeros, y en particular en la Red Nacional de Educación Cívica, que realiza encuentros semestrales desde 2015. Llama la atención por su altura, su talante amable y cálido, y su gran cultura filosófica y artística. Él mismo es un poeta y cantautor talentoso. De ideología progresista y solidaria, que proyecta en su desempeño comprometido y profesional, estoy seguro de que será impermeable a cualquier canto de las sirenas partidistas.

En ambos encontramos la sapiencia académica y la visión desde lo local. Excelente combinación.

viernes, 17 de julio de 2020

Camino al INE

Camino al INE

Por: © Luis Miguel Rionda ©

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ZonaFranca.mx Milenio León
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El día de ayer el Comité Técnico de Evaluación (CTE), integrado por convocatoria de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión con el objeto de evaluar y seleccionar los aspirantes a cubrir las cuatro vacantes en el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE), comunicó a la Junta de Coordinación Política (JUCOPO) su propuesta de cuatro quintetas de aspirantes a ocupar esas posiciones, de tanta trascendencia para la gobernabilidad de la institución electoral más importante del país.

Al conocer la lista de los veinte candidatos, mitad mujeres y mitad hombres, me llenó de satisfacción constatar que el trabajo desplegado por el comité de expertos fue cuidadoso y atinado. Silvia Giorguli, Blanca Heredia, Diego Valadés, Ana Magaloni, José Roldán, Sara Lovera y John Ackerman cumplieron bien la meta para la que fueron reclutados. Gran inquietud había causado entre muchos la designación, a fines de febrero, de este último, un activista públicamente vinculado con el partido mayoritario. Afortunadamente, como quedó evidenciado en su reacción individual de ayer ante la JUCOPO, el político-académico no logró influir en el ánimo de sus compañeros, y las dos decenas de aspirantes muestran perfiles de alto nivel académico, conocimiento profundo de la materia electoral, sensibilidad política, e independencia partidista y de criterio. Al menos es así entre los que conozco, que son la mayoría.

En particular me entusiasma que ocho de ellas y ellos son o fueron consejeros en los organismos electorales locales. Cuatro más son académicos en instituciones de prestigio. El resto tiene orígenes diversos, pero vinculados a la materia. No tengo todavía el dato, pero calculo que el promedio de edad debe rondar los 40 años. La escolaridad es alta: maestrías y doctorados. Experiencias profesionales amplias en puestos de toma de decisiones.

Pero lo principal es que no percibo vínculos partidistas evidentes. Por supuesto que todas y todos poseen alguna ideología —las personas inteligentes y preparadas se enamoran de las ideas—, pero apuesto a que su profesionalismo les impide caer en favoritismos ante los actores de la política. Eso es lo que requiere un buen árbitro en nuestro campo: conocimiento, experiencia, carácter y amor por la democracia. Desde que el entonces IFE fue totalmente ciudadanizado en 1996, la gran mayoría de los consejeros y consejeras han demostrado ese compromiso fundamental, con alguna(s) excepción(es) —siempre hay un negrito en el arroz.

Felicito al CTE y a la Cámara de Diputados. Esta última tendrá ahora un trabajo más político que técnico, y se vale. Pero hay mucho de dónde escoger.

Por cierto, en Guanajuato se van a renovar tres consejerías del IEEG. El INE emitió la convocatoria respectiva, y se inscribieron 165 aspirantes; 96 hombres (58.2%) y 69 mujeres (41.8%). Les toca ahora pasar los filtros cualitativos —examen de conocimientos, redacción de ensayo, análisis curricular y entrevistas—. Hago votos por que el proceso sea tan transparente como lo han sido desde 2014, por el bien de uno de los mejores organismos locales del país.