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viernes, 28 de agosto de 2009

¡Salvemos a Juanito!

¡Salvemos a Juanito!

Publicado en de León.

El caso “Juanito”, el vernáculo Rafael Acosta, está devolviéndole mucha de su dignidad perdida a la acción política en nuestro país. Su actual actitud pragmática, cínica incluso, no es diferente a la de los personeros más insignes del liderazgo político nacional, incluyendo al propio AMLO, quien quiso abusar de la aparente ingenuidad y estulticia del oscuro candidato del PT para abrirle la puerta trasera del poder a la defenestrada Clara Brugada. Desde la pasmosa “toma de protesta” de “Juanito” se evidenció que el autoproclamado adalid de las causas justas no confiaba demasiado en la sinceridad del polichinela de Iztapalapa. Lo hizo jurar dos veces para remachar su compromiso de renunciar en caso de ganar la elección delegacional. Las fuerzas pejistas actuaron como debieron y desviaron el apoyo histórico del PRD en la delegación más castigada del DF, en favor de este personaje hermético. El triunfo no fue sorpresivo, incluso para los perredistas perdedores. El capital político personal que acumuló López Obrador en esta delegación durante sus seis años en el gobierno del DF volvió a actuar con eficacia, y ungió con la victoria a un personaje que parece extraído de Los Supermachos o Los Agachados de Rius, y que navegó durante la campaña bajo la bandera del bobalicón, pero fiel a la causa superior del presidente legítimo.
A muchos nos irritó la maniobra por burda, por ofensiva a la dignidad del candidato sacrificable, y al final de cuentas por soberbia ante los poderes públicos del Distrito Federal, de la delegación Iztapalapa, y del propio Tribunal Electoral federal. Todos recibieron del Peje su respectiva dosis de ordenanzas: “Juanito” de renunciar sin chistar, el Jefe de Gobierno de aceptar la renuncia y presentar la propuesta de la Bruganda ante la Asamblea de Representantes, y ésta de aprobar la sustitución, culminando así la burla a las instituciones.
Nadie sospechó, excepto tal vez el propio AMLO, de la voluntad asnal del candidato. Pero el hecho es que a cinco semanas de asumir el cargo, “Juanito” hace planes y más planes, da entrevistas donde despliega una insospechada locuacidad, y vuela alto en el avión de la imaginación. Ya puso condiciones a su renuncia, y pronto se le ocurrirán más excusas para no dejar el suculento hueso, con sus casi 80 mil pesos de sueldo mensual neto. Un presupuesto anual de casi tres mil millones de pesos, similar al que se ejerce en el municipio de León -pero para el doble de habitantes-, representa una capacidad de maniobra que es imposible de ignorar. “Juanito” sueña ya con la jefatura de gobierno del DF, y de ahí brinca a la candidatura presidencial. Nada es demasiado grande para este “ex actor de ficheras, ex desnudista, ex luchador, madreador profesional, comerciante ambulante” como reportó Milenio el 16 de junio pasado. Dice: “Me dedico al comercio, a productos de temporada en la calle, en la casa, tengo una pequeña nevería, tengo puestos en tianguis, soy comerciante ambulante”. Parece payo pero estudia la prepa abierta: no es tan cerril como aparenta.
La política mexicana ha exhibido muchos personajes de vodevil a lo largo de la historia, pero sin duda la circunstancia de “Juanito” lo hace único: el de haberse prestado para un montaje burdo, que lo hizo pasar ante la nación entera como un vulgar títere de líderes maniobreros y tramposos. Pero resulta que el pelele está resultando respondón y sagaz, poniendo en un brete a los curros ladinos que le quisieron engatusar. Aunque será difícil que “Juanito” se salga con la suya, sin daños mayores al menos, su reacción le ha devuelto la dignidad usurpada. Está evidenciando sentido de la política real, donde nada es cedido sin recibir algo a cambio. Y es posible que le dé una sopa de su propio chocolate al líder que lo humilló públicamente, al hacerle ver que incluso una persona simple tiene la chispa y el ingenio suficientes como para voltearle el chirrión por el palito a la soberbia de los paladines iluminados.
Por cierto, los usuarios de Facebook no dejen de buscar el grupo ¡Salvemos a Juanito! que ya tiene 131 miembros. Se trata de “un grupo que desea defender los derechos politicos -y de autoestima- de Juanito. Él ya fue electo legalmente como delegado en Iztapalapa y no debe renunciar”. ¿Cómo ven?

martes, 25 de agosto de 2009

Magisterio a prueba, 2

Magisterio a prueba, 2


Publicado en el de Guanajuato.

En línea con mi colaboración de hace una semana, quiero seguir bordando sobre el tema de la calidad del magisterio nacional en los niveles básico y medio básico. Es imposible ignorar los inquietantes resultados de la prueba aplicada a los profesores que aspiran a una plaza definitiva en los servicios de la SEP y los estados. Más de un 70% mostraron un desempeño insatisfactorio, desde la visión de los examinadores. No es de extrañar: quienes hemos estado en contacto con el sector de la educación pública de nuestro país, ya sea como servidores públicos o como padres de familia, hemos testimoniado de primera mano las carencias en formación profesional que padecen los profesores de banquillo y los mismos directivos escolares y de sector. En alguna ocasión, allá por 1987, la entonces Secretaría de Educación, Cultura y Recreación de Guanajuato bajo la conducción de José Trueba Dávalos, aplicó el primer examen de ingreso a las plazas estatales disponibles. Yo participé en el diseño del instrumento, que quisimos se centrara más en habilidades y en criterios pedagógicos, que en conocimientos puntuales. Según recuerdo, los resultados fueron similares a los que hoy publicita la SEP. Desde la visión de los examinadores de entonces, sólo unos cuantos egresados de las normales mostraban oficio, capacidad y vocación auténticos hacia la enseñanza; la gran mayoría había estudiado para profesor simplemente porque era la única opción a su alcance. Para ellos sólo era una chamba más, que bien podrían cambiar por otra mejor pagada si se diera el caso; como en efecto sucede con frecuencia.
Recuerdo el caso de un par de profesores que atendían una escuela primaria unitaria en la comunidad de la Mesa de San José, en la sierra de Guanajuato. En teoría cada uno de ellos atendía dos grados, hasta el cuarto. Enseñaban a no más de 20 alumnos en total. Los dos se trasladaban todos los días desde alguna ciudad no tan cercana. Por eso llegaron a la ocurrencia de alternarse: “un día vas tú y el otro yo”, se dijeron. Así, un solo maestro atendía a 20 chicos de cuatro grados, y ni eso, pues a veces faltaban los dos por necesidades “del sindicato”. El delegado municipal me puso al tanto de esta situación y yo la comuniqué a la autoridad competente, que tomó las medidas pertinentes.
La ausencia de mística profesional, de amor al trabajo, ya se ha convertido en situación demasiado frecuente. Si a esto unimos la carencia de conocimientos y habilidades básicas -como el lastimoso desconocimiento de nuestra lengua castellana-, podemos encontrar una de las explicaciones a nuestro desastre educativo nacional. Por supuesto, no hay que ignorar que los gobiernos, primero los del revolucionario y después los de sus aventajados discípulos de izquierda y derecha, han convertido al gremio y su sindicato en instrumentos de control político y electoral. Ellos son los "Simitrios" que han engañado al profesor ciego y a su apostolado.

viernes, 21 de agosto de 2009

Elecciones, dinero y medios, 2


Elecciones, dinero y medios, 2


Por:Luis Miguel Rionda


Publicado el el periódico de León.

Decía yo en mi colaboración de hace una semana, que el IFE y la UG desarrollaron el foro regional “Los medios de comunicación durante el proceso electoral”. En la mesa de trabajo y debate participamos Arnoldo Cuéllar Ornelas, director del periódico local Correo; Fernando Patrón, politólogo de la UG; Arturo Sánchez, consejero general del IFE, y este escribidor, académico del campus León de la UG y consejero local del mismo instituto. Quiero mencionar varios puntos de las intervenciones, que me parecen de interés y pertinencia en estos momentos en que la reforma electoral federal de 2007 está siendo nuevamente cuestionada por los oligopolios de la radio y la TV.
Arnoldo Cuéllar compartió con honestidad las realidades de los medios impresos en un país con poquísimos lectores. Los periódicos y revistas no se vieron afectados por la reforma, y siguen recibiendo cantidades apreciables de recursos de las campañas electorales, que les ayudan a sobrevivir pero siempre en precariedad. El público destinatario es sin embargo muy pequeño, por lo que los partidos sólo acuden a la publicidad en los impresos como estrategia para influir en las percepciones de las élites del poder, del dinero y del conocimiento. Dio un dato en extremo interesante: las empresas de Carlos Slim se anuncian sistemáticamente en esos medios sin perspectiva real de llegar al gran público, que es patrimonio de los medios electrónicos. Pero esa publicidad les permite a muchas de las empresas de la tinta diaria mantener su vigencia a lo largo del año; casi podríamos hablar de un subsidio del grupo privado CARSO a esos vehículos del pensamiento escrito.
Fernando Patrón hizo una elocuente exposición de las consecuencias y resistencias del nuevo papel del IFE ante los medios electrónicos. Profundizó en varios de los momentos de tensión interna y externa de esa institución, y sus dificultades para ejercer con más vigor sus facultades fiscalizadoras y de sanción. Los mismos integrantes del Consejo General no compartieron visiones sobre sus nuevas potestades, y eventualmente cayeron en los cantos de las sirenas televisivas. El duopolio en la TV y los oligopolios familiares radiofónicos actuaron como uno solo en la resistencia ante lo que mañosamente consideraron “ataque a la libertad de expresión”, pero más bien lo era a sus abultados bolsillos.
Por mi parte, mencioné que el IFE ha debido hacerse cargo de funciones extraelectorales, que le han sido enjaretadas por el Estado mexicano de manera comodina e interesada. Primero la obligación de censar y registrar a la totalidad de ciudadanos del país, por lo que desde 1990 debió construir la enorme infraestructura del Registro Federal de Electores, que hoy mantiene los datos básicos de más de 78 millones de mexicanos mayores de 18 años. No hay padrón en el mundo con esta cobertura y consistencia interna. La credencial electoral pronto se convirtió en el mejor y casi único medio nacional de identificación, que lo hace popular incluso entre los sectores sociales refractarios a votar, como los chavos de entre 18 y 22 años de edad. Con ello el IFE suplió a la Secretaría de Gobernación una función que constitucionalmente le corresponde: la emisión de la cédula de identidad ciudadana, inexistente hasta hoy. Luego, el IFE ha debido complementar funciones de la Secretaría de Educación Pública cuando ejercita su función de capacitación y formación ciudadana, y le toca lidiar con el bajo nivel de habilidades aritméticas y de lectoescritura de la mayoría de nuestra población adulta. Y después de la reforma del 2007 el IFE se ha convertido en autoridad en telecomunicaciones, incluso por encima de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, y de Radio, Televisión y Cinematografía de la SeGob en tiempos electorales. Para cumplir las nuevas funciones, el IFE debió estructurar un enorme y costoso aparato técnico y burocrático de monitoreo de medios, que algunos opinadores han calificado de ser un inútil Big Brother. El IFE, a veces a regañadientes o con contradicciones, ha debido aplicar multas y amagos a los rebeldes pero poderosos concesionarios, que se han lucido con sus mañas y artimañas para evadir su deber legal. De nuevo el instituto reemplaza al Estado en parte de sus obligaciones naturales.
Arturo Sánchez cerró con un despliegue de información esclarecedora de la realidad: el gasto en medios electrónicos significó más de un tercio de los recursos totales de los partidos en año electoral. Más de dos mil millones de pesos públicos se fueron en 2006 al pozo sin fondo de los mercaderes de las ondas hertzianas. Había que poner un alto al derroche irresponsable; pero eso lastimó a poderosos e influyentes magnates.

martes, 18 de agosto de 2009

Magisterio a prueba


Magisterio a prueba


Por:Luis Miguel Rionda


Publicado el el periódico de Guanajuato.

Es común que los profesores de educación media superior y superior de nuestro país expresemos cuitas y querellas por el estado lamentable con que llegan a nuestras manos los estudiantes de nuevo ingreso. Muchos carecen de elementos esenciales para la lectoescritura, o de conocimientos elementales en matemáticas, ciencias o humanidades. Es muy difícil hacer labor remedial cuando los chicos han llegado a la adolescencia arrastrando no sólo ignorancia, sino también malas mañas y prejuicios que recibieron de sus mentores elementales.

Durante años, lo urgente fue llevar “educación para todos” sin importar demasiado la calidad de tal instrucción. El sistema educativo nacional se expandió espectacularmente entre los años sesenta y ochenta, hasta lograr la cobertura total de la población en edad escolar. No fue un logro menor para un país que apenas en el siglo XX se dio cuenta de que la educación formal no era un lujo de ricos, sino un requerimiento fundamental para iniciar un desarrollo económico y social moderno.
El logro cuantitativo tuvo un costo enorme, pero más significativamente en el ámbito de la calidad. La vocación magisterial se diluyó, y los maestros socialmente comprometidos de los años veinte y treinta, los del magno proyecto vasconcelista y la educación socialista, fueron sustituidos por una nueva clase de mentores comprometidos más bien con el sistema político-partidista y con los intereses materiales e inmediatos de índole personal y gremial. Las uniones magisteriales fueron sustituidas por el monstruoso sindicato nacional, que se montó sobre la ola de la expansión numérica para construir un poder económico inconmensurable. Hoy es el sindicato más grande e influyente de América Latina.
Desde los años ochenta la situación ya no podía ser mantenida. Los índices de calidad estaban por los suelos y el país estaba pagando consecuencias terribles. Los múltiples programas federales que intentaron rescatar la situación -la “Revolución educativa” de De la Madrid, la “Modernización educativa” de Salinas, la “Federalización educativa” de Zedillo, la “Alianza por la calidad de la educación” de Calderón-, se han enfrentado a la férrea oposición del gremio, que interpreta los cambios como una amenaza a sus usos y canonjías. Entretanto, la UNESCO, la OCDE y otros organismos siguen exponiendo las cifras del desastre educativo nacional. Somos un país de analfabetas funcionales, con apenas ocho grados promedio de educación formal, con pocos días efectivos de clase, sin vocación para las tecnologías avanzadas, y con poca cultura de autoaprendizaje permanente.
El ingreso de jóvenes profesores al gremio magisterial se dio durante décadas mediante mecanismos corruptos, como el de la venta de plazas o la asignación a parientes de agremiados. Apenas hasta ahora vemos la aplicación un examen de conocimientos y habilidades docentes, que fue vigilado por asociaciones civiles. No sabemos cuántas plazas están a concurso, pero al menos este procedimiento da esperanzas de que se estén dando los primeros pasos en la dirección correcta hacia la profesionalización y superación del oficio magisterial, tan minusvalorado en estos días de crisis.

viernes, 14 de agosto de 2009

Elecciones, dinero y medios, 1


Elecciones, dinero y medios, 1


Publicado el el periódico de León.

El día de ayer en las instalaciones del campus UCEA-Marfil de la Universidad de Guanajuato se realizó el foro regional “Los medios de comunicación durante el proceso electoral”. Este encuentro de carácter académico fue promovido por el Centro para el Desarrollo Democrático del Instituto Federal Electoral. El primer órgano mencionado es el área académica del IFE, dedicado a fomentar el análisis y el debate sobre la dinámica político-electoral del país. Pero además hay que apuntar un dato nada despreciable: tanto el IFE como el CDD son dirigidos por profesores de la UG, y ambos salieron de la antigua Facultad de Derecho, hoy División de Derecho, Política y Gobierno. Leonardo Valdés Zurita es politólogo, y hasta enero de 2008 se desempeñaba como profesor-investigador de esa facultad, asignado a atender sus programas en Administración Pública. Arminda Balbuena Cisneros es abogada constitucionalista, y en sus tiempos de académica guanajuatense se concentraba en la promoción de los programas de posgrado y de investigación de la añosa facultad. Los dos nos visitaron en esta ocasión, acompañados por el consejero general Arturo Sánchez, miembro del Comité de Radio y TV del IFE, para dialogar sobre el nuevo papel que cumplen los medios de comunicación ante los procesos electorales. Es un tema de gran pertinencia y debate luego de los problemas y desajustes que presenciamos a lo largo del proceso electoral 2008-2009, que pusieron a prueba las nuevas funciones asignadas a ese instituto.
Fui convocado por el CDD como ponente en este foro, en mi calidad de investigador de la misma universidad que promovió el encuentro. Soy también consejero local del IFE, por lo que me vi involucrado desde dentro en la problemática deshebrada en el foro. Presenté reflexiones que apenas alcanzo a sintetizar en los siguientes renglones, y que me atrevo a compartir con los lectores de Milenio.
La reforma electoral federal de 2007 significó un punto de quiebre en la relación entre el Estado mexicano y los medios electrónicos y masivos de comunicación. El sistema electoral mexicano había seguido el camino del norteamericano, donde el acceso los medios para difundir la oferta y el perfil de los candidatos a puestos de elección, dependía sobre todo de la habilidad del aspirante para conseguir los financiamientos y apoyos necesarios que le permitiesen comprar tiempo aire en esos recursos de la comunicación moderna, que en país de la libre empresa son primordialmente privados.
La reforma mencionada buscó acercar al aparato comicial de nuestro país al modelo europeo, caracterizado por una preeminencia de los recursos públicos en la difusión de los mensajes, o aprovechar los esquemas fiscales para que los medios electrónicos privados difundan mensajes propagandísticos electorales a cambio de la redención de tiempos o de impuestos obligatorios. No fue sin duda un capricho o una ocurrencia: desde que en 1991 las elecciones federales y muchas locales quedaron al cargo de institutos electorales independientes del poder ejecutivo los costos de propaganda a través de esos medios masivos fue incrementándose hasta significar más de la mitad de los costos de las campañas políticas. Se fue construyendo así una transferencia periódica neta de recursos en creciente cantidad desde las arcas públicas hacia los codiciosos bolsillos de los concesionarios de la radio y la televisión, quienes incluso diferenciaban sus tarifas entre las “comerciales y las “políticas”. Estas últimas significaban regularmente un costo doble para el contratante; pero poco importaba: al fin y al cabo ni los partidos ni los candidatos comprometían sus peculios personales en la compra de estos espacios de publicidad a precios inflados. Todos contentos.
La reforma federal reciente clausuró esta fuente de expolio a las arcas públicas. Los más de dos mil millones de pesos gastados en radio y televisión en las dispendiosas campañas de 2006 catapultaron las voluntades de los representantes populares para eliminar esta fuente de transferencias desde los depauperados bolsillos de los contribuyentes al fisco hacia las apretadas talegas de los Azcárraga, Salinas Pliego, Sada, Vargas, Ibarra, Huesca, Vargas, etcétera. Las dos docenas de familias que acaparan los medios electrónicos en nuestro país.
Ellos fueron los principales afectados por la reforma. Por ello emprendieron y continúan con una campaña de descrédito en contra de la reforma. Acusaron a los legisladores, vía sus opinadores asalariados, de vulnerar la libertad de expresión, de “espotizar” (el terminajo lo inventaron ellos) la información, de impedir la competencia verdadera, y más bla bla. No fue cierto. Si bien la propaganda sigue dando mucho qué desear, al menos no vimos ahora hincharse las ganancias de los monopolios, ni tampoco los artilugios para beneficiar a los poderes fácticos. Fue tímido el avance, pero al menos fue avance. Ahora hay que defender la reforma de los ataques interesados de los concesionarios.

viernes, 7 de agosto de 2009

De periódicos y refinerías

De periódicos y refinerías


Publicado el el periódico de León.

Inicio estas colaboraciones en el diario agradeciendo de entrada a sus editores, en particular a Pablo César Carrillo, por la amable invitación. Desde mi visión, este periódico ha sabido colocarse entre los medios impresos más equilibrados y profesionales de nuestro país, tan ayuno todavía de confianza hacia los canales de comunicación masiva. Me parece que la incursión de Milenio en las tierras abajeñas puede inaugurar, gracias a la competencia, una escalada en la calidad de la información que recibimos, tan contaminada por el gacetillerismo, las complicidades y las agendas políticas de los dueños de diarios y semanarios. Se viene a romper con un duopolio local que no ha permitido el desarrollo de un periodismo objetivo y del ejercicio de la crítica sin más cortapisas que las señaladas por la ley a la libertad de expresión.
Guanajuato cuenta con una larga tradición en medios impresos de carácter periódico. Desde el siglo XIX encontramos antecedentes tan destacados como la Gaceta del Gobierno Americano, impresa por los insurgentes bajo el mando de José María Liceaga en 1812, con una pequeña imprenta de tipos movibles rudimentarios, que instalaron en la isla del Fuerte de Liceaga en la laguna de Yuriria. Muchos periódicos -semanarios, gacetas mensuales o eventuales- pulularon en los municipios más importantes de la entidad o del departamento, según la circunstancia política. Ante la ausencia de alternativas para informarse sobre los sucesos del mundo exterior, e incluso del interior, las publicaciones efímeras en impreso cumplieron el papel de aglutinante social del cuerpo que hoy llamamos nación. No sería diferente en el siglo XX, cuando aquéllas alcanzaron niveles de distribución incluso nacionales. Los diarios locales y regionales supieron cumplir con una función forjadora de conciencias identitarias y vinculatorias, que hoy llamaríamos “vínculos de cultura política ciudadana”. Los temas del momento fueron debatidos por intermediación de la tinta y el papel, a veces con seriedad y en otras, las más, con jiribilla y mala leche. Todos recordamos cómo hasta hace poco nacían y desaparecían medios impresos en periodos electorales, muchos de los cuales ni siquiera requerían vender ejemplares o espacios publicitarios: bastaba chantajear al político encumbrado, sacarle chayote y venderse al mejor postor. La opinión escrita como arma para obtener ventajas personales.
Aunque esta peculiaridad de los medios gacetilleros no ha desaparecido, es una realidad que hoy día contamos con muchas alternativas honestas y confiables. Y ya no sólo en el papel, sino también en los nuevos medios electrónicos como el internet. Germinan las semillas del periodismo serio y comprometido con la verdad periodística. Por supuesto, dicha “verdad” depende de la óptica ideológica del escribidor de notas y columnas, pero al menos ya no de la venta de su conciencia. Ese es un paso importante, en el que los opinadores que no somos periodistas queremos también participar. Demos pie entonces a la opinión con libertad.
Comienzo comentando el asunto del momento: la refinería del bicentenario. Hacía mucho tiempo que Guanajuato y sus gobiernos estatales no se involucraban activamente en atraer empresas de gran envergadura. La última fue la General Motors, que se concretó durante los gobiernos de Rafael Corrales Ayala y Carlos Medina. Desde entonces las empresas establecidas lo han hecho como parte de una estrategia propia de crecimiento, sin que los gobiernos estatal y municipales hayan hecho algo más allá que facilitar su instalación. La “atracción de inversiones” es más una excusa para justificar viajes de gobernantes a países exóticos y turísticos, que una realidad que pueda constatarse en los números oficiales de la economía. Quien conoce de estos procesos de atracción de empresas foráneas, sabe que rara vez es necesaria la participación personal de los gobernadores o los presidentes municipales, ya que la acción real se da al nivel de los promotores profesionales.
Sin embargo en esta ocasión hemos visto al gobernador Oliva en el papel de agente viajero que busca con afán que se establezca la segunda refinería en el Bajío, después de la inauguración de la RIAMA el 30 de julio de 1949, hace más de 60 años. El primer debate de hoy, por supuesto, es el de la absurda mecánica impuesta para su asignación, y la nefasta competencia establecida entre dos entidades federativas que han sido humilladas por PEMEX y la federación, que les han tratado como perritos de circo. Cabría preguntarse si los grandes proyectos de este país deben convertirse en maroma y teatro, o bien reintegrarles dignidad y permitir que México y sus regiones avancen sin requerir convertirse en materia para el cotorreo vulgar de Brozo. En fin, seguiremos opinando el martes que viene.

martes, 4 de agosto de 2009

Cangrejos al combate...

Cangrejos al combate...

Publicado el el de Guanajuato.

Economistas y politólogos liberales coinciden: los monopolios y las hegemonías son perjudiciales para la sana competencia tanto en el campo económico como en el político. La diversidad, así como la libertad de elegir entre opciones diferentes, permiten que el consumidor o el ciudadano puedan recibir más calidad y variedad a cambio de su instrumento de intercambio: dinero o sufragio. Es por eso que los sistemas económicos o políticos que favorecen la competencia y la posibilidad de renovar se fortalecen en lo interno y le garantizan el incremento de los niveles de satisfacción y con ello la legitimidad del sistema en general.

Por supuesto, el egoísmo y la voracidad por el poder o el dinero, tendencias que pueden ser vistas incluso como naturales en nuestra cultura, conducen hacia lo contrario: el acaparamiento de espacios, la segregación de los competidores y la modificación amañada de las reglas del juego, de tal manera que se mantengan las condiciones que impiden la verdadera contienda que pueda amenazar la hegemonía establecida por las empresas o las corporaciones políticas en detrimento del resto de los actores. Los monopolios son letales para la libertad económica. Pero también lo son los partidos políticos de Estado, o los que sucumben a la tentación de comportarse como tales.

Este largo proemio me sirve para manifestar mi desacuerdo ante la iniciativa que la mayoría parlamentaria de nuestro estado busca imponer para eliminar la figura de las candidaturas comunes de nuestra legislación estatal. He señalado en múltiples ocasiones y de forma pública que el estatuto electoral de Guanajuato padece todavía de serios rezagos en comparación a los que imperan en otras entidades y por supuesto en la federación. Aunque tuvimos una reforma electoral el año pasado, fue imposible impulsar más modificaciones que las estrictamente necesarias para adecuarse a los cambios recientes en el código federal. Lo único adicional de alguna trascendencia fue que se haya retirado la facultad del ejecutivo del estado para proponer a dos de los cinco consejeros ciudadanos del Consejo General del IEEG. Pero no se fue más allá.

Las candidaturas comunes fueron admitidas en nuestra legislación a partir de la reforma publicada en agosto de 2002. Antes sólo se admitían las coaliciones electorales y los frentes políticos. Esta figura tiene fuertes ventajas con relación a la de la coalición, pues no obliga a los partidos a presentar una plataforma común, ni tampoco les hace perder la representación de cada partido en los órganos electorales. Pero es falso que las candidaturas comunes permitan rebasar los gastos de campaña, como he escuchado decir por radio a algún comentarista. En cambio, la candidatura común permite una mayor claridad en la asignación de diputados de RP y de regidores.
Si la iniciativa prospera estaremos dando un paso atrás, y confirmando a Guanajuato como uno de los estados más retrógrados en cuanto a favorecer la competencia por encima de consolidar hegemonías.