Hillary en Guanajuato
Por: © Luis Miguel Rionda ©
Publicado en Unas cuantas horas, pero muy intensas, permaneció la canciller norteamericana Hillary Clinton en Guanajuato capital. Llegó con una hora de retraso al Aeropuerto Internacional de Silao, y media hora después, a las 13:30, ya se estaba dando un delicado abrazo con la canciller mexicana Patricia Espinoza, en la Alhóndiga de Granaditas. Muy pocos guanajuateños se dieron cuenta con anticipación del arribo, y el mero día sólo algunos sabían por qué la ciudad amaneció ocupada por soldados y policías federales. El miedo no anda en burro, y a muchos nos dio el “síndrome de Ciudad Juárez”. La triste verdad es que ya pocos mexicanos nos sentimos seguros en la cercanía de sardos y gendarmes.
Foto: AFP, EL Economista. En el AIG. |
Hillary se dejó venir, según los opinadores prime time, para realizar una especie de “operación cicatriz” como resultado de la docena de cables de la embajada de los Estados Unidos en México filtrados por WikiLeaks, el sitio campeón de la transparencia internacional. Los cables diplomáticos son lo que deben ser: comunicaciones internas donde se dice la verdad cruda, al menos la verdad desde la percepción de la embajada emisora. En la política abierta es inusual hablar con verdades, y cuando éstas brotan suelen hacer estragos, como fue el caso. El presidente Calderón se sintió agraviado de forma personal por ciertas afirmaciones del embajador Pascual, y eso congeló la relación con el representante extranjero.
La visita terminó donde debía hacerlo: en Los Pinos, con una hora y media de secretos diálogos con el presidente Calderón. Seguro que ahí se dijeron sus verdades, pero también seguro que volvieron a pesar más los reclamos del imperio. La guerra civil en la que estamos atorados sólo puede destrabarse con el apoyo de los mismos que ocasionaron el problema.
En fin, Hillary visitó Guanajuato y admiró las pequeñas pero enormes maravillas de una ciudad irrepetible, inconcebible y deslumbrante. Nada en Gringolandia iguala sus piedras, túneles, cerros y la colorida algarabía de casas y edificios que parecen derrumbarse sobre la cañada retacada. Mrs. Clinton: regrese otro día.