Animal de fuego junto al río
Por: © Luis Miguel Rionda ©
Publicado en de Guanajuato. Así prefiere asumir la toponimia de Salamanca el historiador y estudioso de la cultura popular de ese municipio del estado de Guanajuato, Juan Diego Razo Oliva, hoy profesor de la UNAM y prologuista de la monografía referida a esta ciudad mexicana a orillas del Lerma -no del Río Tormes como la española-. Una enorme salamandra urbana con una de sus extremidades en fuego permanente: su refinería.
Razo Oliva, estudioso de la lírica histórica en los “corridos” de Guanajuato, escribió un espléndido prólogo a solicitud de los siete coautores del libro. Una monografía más producto del proyecto editorial de la ya saldada Comisión Estatal del Bicentenario. Los siete “magníficos” autores son jóvenes plumas, exceptuando tal vez a mi querido amigo Hilario Pescador Razo, el autor del solvente capítulo sobre la Revolución en tierras salmantinas. Es de reconocer las plumas de Mariel Vera Serna, Eva Luz Villalón, Alfonso Gutiérrez Nieto, Montserrat García Rendón, Espiridión Contreras Enríquez, José de Jesús Romero y el mencionado Hilario. Sin duda conforman una nueva generación de cronistas municipales. Son historiadores, arquitectos y abogados, y colaboran con una oficina municipal de investigación y difusión histórica, hecho inusitado dentro de nuestras provincianas administraciones parroquianas. Reciben salario, pues, y eso los convierte en profesionales de la historiografía.
El libro, que fue coordinado por José Sergio Hernández Rodríguez, director de la Casa de la Cultura, es predominantemente histórico-político, con énfasis en las expresiones de la cultura, tanto la popular como la sofisticada. Aunque los autores se dividieron el trabajo a la vieja usanza del “pastel” -cada quien un cacho-, no se pierde el hilo expositivo, y hay un espíritu unitario entre las diversas colaboraciones. Se evidencia que el equipo trabajó como tal, y que realizaron frecuentes sesiones de trabajo para poner en común los elementos que han podido servir como hijos conductores, como el de la cultura popular y la identidad regional.
El texto desborda orgullo por las exuberantes artesanías salmantinas, por sus numerosas festividades, por los grandes personajes con que el terruño colaboró a las luchas nacionales, por el añejo gusto local por el arte y la cultura refinada. Hace algunos años un salmantino me presumía que su municipio contaba con el mayor número de coros y conjuntos musicales de corte clásico en la entidad. Nunca corroboré el dato, pero no me sorprendería que fuera cierto: en Salamanca conviven varias instituciones culturales de corte federal, estatal y municipal. Y para todas hay públicos.
Espero que los autores cumplan con su promesa de que este es, apenas, el primer fruto de un esfuerzo de equipo. Cuentan con el municipio, lo cual es espléndido.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario