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martes, 14 de junio de 2011

Red Médica

Red Médica

Publicado en de Guanajuato.

Los trabajadores de la Universidad de Guanajuato gozamos desde 1996 de una de las prestaciones más nobles que puede proveer una institución de carácter público: el aseguramiento de nuestra salud mediante un esquema denominado “Red médica”, que se sustenta en la contratación de servicios privados provistos por clínicas, médicos, laboratorios y farmacias que garantizan una gran calidad y calidez en su atención.
Recuerdo cuando los universitarios debíamos acudir a los servicios del ISSSTE, que eran engorrosos –por decir lo menos-, saturados y con una atención humana infame. Médicos atiborrados de pacientes, siempre agotados y malhumorados, diagnosticaban a la carrera nuestros males, y nos atestaban con medicamentos del cuadro básico, que frecuentemente no podían ser provistos por falta de existencias en los depósitos del instituto. Había que dar varias vueltas para poder terminar de surtir una sola receta. Pero lo peor siempre fue el trato grosero de parte de empleados y enfermeras, siempre enfadados con su trabajo mal pagado.
Cuando la UG definió el nuevo esquema de la Red Médica, en tiempos de Juan Carlos Romero Hicks como rector, se hizo una apuesta arriesgada en favor de la calidad. Yo recuerdo haber sido muy escéptico con el modelo, y así lo hice público en uno de los foros que organizó la institución. Creí que no sería sustentable, sin importar las corridas actuariales que las autoridades decían que respaldaban la propuesta.
A pesar de mi escepticismo, la Red Médica se convirtió en la mejor de las prestaciones que hoy día tenemos los universitarios. La bondad del modelo ha convertido a la red en una presencia cotidiana y entrañable para los once mil usuarios de la misma. Desgraciadamente esa misma bondad y buena fe es lo que la está llevando a una amenazante situación de desequilibrio financiero que pone en serio riesgo su viabilidad, incluso en el corto plazo. No podemos desconocer que ha habido abusos y que los esquemas de control interno han sido ineficaces. Pero por eso mismo hay que atender esos mecanismos de control y hacerlos más restrictivos.
Aunque yo fui uno de los críticos iniciales del esquema, hoy me cuento entre sus más comprometidos defensores, pues mi familia y yo mismo nos hemos visto muy beneficiados por la Red. Hay que salvarla, y hacerlo mediante la solidaridad del gremio universitario. Así lo hicimos con el ISSEG en 2002 y 2008, cuando se reformó la Ley de Seguridad Social del estado y se incrementó la aportación de los trabajadores hasta el 15%. Yo apoyo la idea de que los trabajadores aportemos un porcentaje del 5% de nuestro salario para la red, y que se asuman otras estrategias paralelas, como adoptar un padrón de medicamentos genéricos, negociar con los médicos y las clínicas privadas mejores condiciones en el pago de sus servicios, construir un hospital universitario de especialidades, así como varias clínicas de primer contacto, como la de Guanajuato capital; también sería buena idea vincular a la Red con las unidades académicas que cultivan las ciencias de la salud en la universidad. Y, ¿por qué no?, aliarse con la UNAM y el IPN para constituir una gran Red Médica de las universidades públicas.
Ideas no faltan, como se ha evidenciado en los foros que se han desarrollado en la institución. Será una excelente despedida del rector general Arturo Lara si logra remediar la situación de la Red antes de entregar el cargo.

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