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viernes, 29 de noviembre de 2013

Alfredo Pérez-Bolde, a 80 y a 25

Alfredo Pérez-Bolde, a 80 y a 25

Por: © Luis Miguel Rionda ©

Publicado en:
ZonaFranca.mx Milenio León
http://15diario.com/hemeroteca/15diario/hemeroteca/2013-11-15/rionda15.html
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El día de hoy se realiza una ceremonia en honor a la memoria de Alfredo Pérez-Bolde, añorado profesor de la Universidad de Guanajuato, quien nació hace 80 años y nos abandonó hace 25, cuando apenas contaba con 55 años de edad –¡yo tengo 53!- El evento se desarrolla, a partir de las 13:00 horas, en el Mesón de San Antonio de la ciudad de Guanajuato, a instancias del Colegio de Historiadores y la propia universidad.

Alfredo Pérez-Bolde, o “Pérez” como le decíamos con afecto, fue un profesor que dejó profunda huella en varias generaciones de guanajuatenses, desde su cátedra en la Preparatoria Oficial de Guanajuato, la que yo siempre he dicho que es la mejor prepa del estado. Profesor de historia, fue un apasionado de su materia, que siempre exponía con emoción e intensidad, sin ocultar sus filias y fobias por personajes y países. Yo fui uno de sus centenares, tal vez miles de alumnos, y doy testimonio de que sus clases eran deseadas como cuando uno iba al cine. Alfredo era un teatrero consumado –su otra vocación- y actuaba sus exposiciones, pero no con lenguaje corporal, sino con las inflexiones y modulaciones de su voz, un poco nasal, pero poderosa. Leer el libro de texto era optativo: era mucho más interesante escuchar al conferenciante que dictaba cátedra sin miramientos hacia un público cautivado.

Con frecuencia Pérez olvidaba el tema expuesto en la sesión anterior, así que sus exposiciones solían saltar y bailotear por la historia de México y del mundo. No importaba: aprendíamos que cada momento histórico, cada circunstancia, podía ser interpretada en función de sí misma, con personajes intensos que le deban un toque literario a la narración del divo. Ese era Alfredo: el pedagogo innato, seductor de estudiantes y guía de vocaciones hacia la Historia.

Había intentado estudiar Medicina, también fue soldado, pero finalmente optó por las humanidades. En Valenciana, él fue uno de los primeros egresados de la reciente carrera de Historia. Se recibió en 1979 con la tesis “La escritura en el Códice Boturini” -mejor conocido como la “tira de la peregrinación”-. La historia prehispánica fue una de sus pasiones, como también la guerra de Texas y la de México contra los Estados Unidos. Por supuesto, también trabajó la historia de su casa de estudios, y puso en claro que el primer nombre de la institución fue Colegio Real de Pensionistas. ¡Ah! Olvidaba su gran interés por la historia política de Guanajuato en el siglo XX, pues fue uno de los primeros en escribir sobre la confrontación entre los grupos “verde” y “rojo”.

Alfredo fue el mejor amigo de infancia, adolescencia y madurez de mi padre, Isauro Rionda Arreguín, a quien apenas le llevaba un año más de edad. Juntos formaron el grupo deportivo –y de travesuras juveniles- “Los Trogloditas” entre los que se contaban Joaquín Arias Espinoza, Juan Luis Tola, Ricardo Zambrano, Agustín Ramos, Carlos Chávez y otros. Las excursiones cerriles y el deporte los unieron en una amistad que duraría décadas, en particular a Alfredo, Isauro y Joaquín. Muchas anécdotas se contaban de ese grupo, entre las que resalta la apertura anticipada de la Presa de la Olla, un día antes del evento oficial, lo que dejó a Guanajuato sin motivo de fiesta ese año.

Conviví con Alfredo en múltiples ocasiones, gracias a nuestras aficiones comunes, como la fotografía y el teatro. Pérez tenía un laboratorio fotográfico ubicado entre los baños de la prepa oficial, y con frecuencia lo acompañábamos en sus revelados. Yo terminé de formarme como fotógrafo con Víctor Lara, fotógrafo del Museo de la Alhóndiga, pero siempre charlaba del tema con Alfredo. Por otra parte, aunque nunca fui actor protagónico, sí participé en algunos montajes, el primero de ellos dirigido precisamente por Alfredo: la obra cervantina Don Pedro de Urdimalas, que se estrenó el 25 de agosto de 1972, en la Plaza de San Francisquito, dentro del marco del Coloquio Nacional Cervantino, antecedente del Festival Internacional Cervantino. En esa ocasión mi padre representó al rey, y yo era su paje tamborilero. Alfredo fue el director de escena, y gocé como enano cada una de las escasas cuatro representaciones de la obra.

Es debido agradecer el cariño que siempre me dedicó Alfredo Pérez-Bolde en mi niñez y juventud y hasta su muerte prematura. Puedo presumir que fui el último en entrevistarlo, y que él y su esposa la Chata me recibieron con afecto en su casa un mes antes de su partida. Desgraciadamente la grabación de la entrevista se extravió en los entonces caóticos archivos de Radio Universidad.

Para terminar, reproduzco parte de una nota que publiqué en El Sol de León el 12 de abril de 1990, al cumplirse dos años de su fallecimiento: “Alfredo Pérez Bolde (1932-1988) fue uno de esos individuos peculiares... Intelectual multifacético e historiador político, Pérez marcó, con su visión crítica y humorística de la historia de México, a los que fuimos alguna vez sus alumnos, ya sea en la preparatoria o la licenciatura. Soldado de vocación en su juventud, apasionado fotógrafo de circunstancia, coleccionista de objetos inusitados, director de teatro universitario, maestro e investigador, Perez Bolde suena a Guanajuato... y Guanajuato pareció a veces sonarle a Perez Bolde.”


2 comentarios:

pancry dijo...

Luis Miguel.

Leí con mucho gusto y agrado tu artículo del profesor Alfredo Pérez-Bolde, al grado que se me cerró la garganta; yo fui alumno de el también, me dio historia de México en la Escuela secundaria Fulgencio Vargas y en la Preparatoria también y recuerdo exactamente lo mismo que describes, actuaba la historia, una anécdota fué cuando narraba la batalla de puebla y se levantó y consiguió un sombrero para actuar como los indios tapaban la boca de los cañones para evitar que salieran las balas.
Soy de la generación 71-76 de Minas.

Saludo y Felicidades,

Nota. También conocí al Lic Rionda (tu papá) y a Joaquín Arias.


Raúl Avitia G. raulavitiag@hotmail.com

Luis Miguel Rionda dijo...

Muchas gracias por tus amables palabras Raúl! Me alegra encontrar discípulos de Pérez que lo recordemos con tanto cariño. Yo soy parte de la generación 74-77 de la prepa, y me fui a estudiar la licenciatura al DF, pero nunca dejé de estar en contacto con Alfredo. Me marcó profundamente.

Te mando un abrazo y me tienes a tus órdenes, como profesor de la UG en el Campus León.

Gracias!

Luis Miguel Rionda