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viernes, 10 de octubre de 2003

Municipios en cambio

A partir del primer minuto del viernes próximo y a lo largo de todo ese día, los guanajuatenses observaremos los cambios de estafeta en nuestros gobiernos municipales. Sin embargo yo recuerdo que en mis tiempos de niñez y juventud esos tránsitos se realizaban en la medianoche del último día del año en que correspondía renovar los ayuntamientos. Entonces flotaba cierto espíritu mágico de renovación y esperanza, pues la ocasión se mezclaba con los festejos propios del año nuevo y por lo mismo el ambiente era popular y festivo. Pero a partir de 1997 la fecha se corrió hacia el 10 de octubre, y en alguna medida se perdió ese ambiente bullicioso, propio de fiesta de pueblo, para transformarse en un evento excesivamente formal y limitado a los integrantes de las élites políticas locales. La gente del común se ha quedado fuera de esta celebración, pues se percibe como un evento ajeno a su entorno habitual. Algo se perdió con ese cambio, pero ni modo, así lo marca la ley. Ojalá un día aprendamos que las elecciones, las tomas de posesión, los informes y otras actividades oficiales deberían alinearse con los ritmos de la cotidianidad que impone el calendario natural, y no al revés. Por ejemplo, las elecciones deberían realizarse a fines de año, cuando mucha gente ha retornado a sus lugares de origen, y no en julio, en plena época de cosechas, inicio de lluvias y cercanía de las vacaciones de mediados de año, cuando todo el mundo está movilizado; también deberíamos buscar que las administraciones comenzaran con el año natural, así como la emisión de sus informes, y no un trimestre antes. Qué manía tenemos de llevarle la contra a la tradición y a la naturaleza.
46 administraciones municipales se inauguran. Y llama la atención el colorido de sus orígenes partidistas. 24 municipios los gobernará el PAN, 14 el PRI, tres el PRD, dos el PVEM, dos Convergencia y otro el PT. Seis partidos (todos los que conservaron el registro) son gobierno en nuestro estado, que sigue evidenciando una clara vocación por la alternancia pluripartidista que se traduce en un mosaico político variado y cambiante. Hay municipios, como el de San José Iturbide, que han transitado por una gama de partidos en el gobierno (¡cinco en total!) que confirman que en ese y en otros espacios municipales lo que importa ahora no es el partido, sino los candidatos.
El esforzado gobernador Romero Hicks se ha trazado la meta de asistir a once de las ceremonias de toma de protesta. Si calculamos una hora de duración promedio en cada acto (que puede ser de más en casos como León), y le sumamos el tiempo de traslado de un municipio a otro (aunque se use helicóptero), llegaremos a la conclusión de que ese día Juan Carlos no va a dormir, o bien que al final de la jornada ya no podrá entender nada de lo que se diga por el cansancio. Pero en fin, se echó encima ese compromiso infame y ya veremos cómo le hace. Por lo visto, a sus secretarios de gobierno les va a dejar solamente la morralla municipal. Nueva confirmación de que a partir de haberse zafado de su incómodo segundo de a bordo, no va a dejar mucho espacio político para los que quieran competirle desde dentro.
Las nuevas administraciones llegaron al poder municipal en medio de situaciones electorales muy diferenciadas y particulares. Observamos situaciones que van desde los apretados triunfos panistas en Acámbaro, Allende, Apaseo el Alto, Yuriria y por supuesto León (que se corresponden con las cada vez más escasas victorias cómodas de ese partido como la de Salamanca); pasando por el derrumbe perredista en el municipio capital y su dolorosa derrota en Acámbaro (pero compensada con el retorno de los brujos en Valle de Santiago), hasta el desplazamiento del PRI a la tercera posición en algunos de los municipios que antes eran sus plazas fuertes, como Allende, Apaseo el Grande, Tierra Blanca, Coroneo y Acámbaro. Luego Convergencia dio la sorpresa y se apropió (apretadamente) de Apaseo el Grande y San José Iturbide. ¿Y qué decir de la Santa Cruz reiteradamente gasquista? Hubo de todo, como en botica.
Es de esperarse que este mosaico municipal tan variado e intenso ayude a consolidar la nueva cultura democrática que se ha venido gestando desde hace más de una docena de años en nuestra entidad. Pero debemos hacer votos porque esta pluralidad no se traduzca en la temible ingobernabilidad municipal, pues por desgracia hemos visto demasiados casos en que los partidos, cuando llegan al poder, adoptan las mismas o peores mañas que sus predecesores, o bien que cuando son oposición se dedican a torpedear iniciativas sin más ánimo que el de vender caro su amor. Y francamente ya no se vale. Por eso hay que convocar a los señores regidores, síndicos y presidentes municipales entrantes a que aprendan a anteponer las urgencias de sus gobernados por sobre las mezquindades de sus compromisos partidistas o personales. Sí se puede… sí se puede.

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