Desde el viernes pasado el Consejo Universitario de la Universidad de Guanajuato tuvo a bien considerarme candidato formal a la Rectoría del nuevo campus regional Irapuato-Salamanca. Como profesor del Departamento de Estudios Multidisciplinarios ("Campus Sur") que sirve a Yuriria, Moroleón y Uriangato, soy parte de la comunidad de 336 trabajadores que sostendremos la vida académica del nuevo campus. Y he trabajado arduamente para integrar un proyecto de desarrollo que puede ser consultado en la página electrónica de la UG, donde también aparece mi CV resumido y en extenso.
Durante esta semana pudimos difundir nuestras propuestas y debatirlas con la comunidad universitaria. Pude así presentarme ante los profesores, estudiantes y personal de apoyo del Instituto de Ciencias Agrícolas y la Facultad de Enfermería y Obstetricia, ambas en Irapuato; la Facultad de Ingeniería Mecánica, Eléctrica y Electrónica en Salamanca, y ante mi propia comunidad en Yuriria. Mi percepción fue que mi proyecto y mi trayectoria fueron bien evaluadas, y que pude trasmitir lo fundamental de mis inquietudes y convicciones acerca de esta nueva modalidad organizativa que nos estamos dando en la universidad más importante de la entidad. Quiero aprovechar ahora este espacio que cultivo semanalmente en el correo desde hace más de cinco años, para compartir con mis lectores aunque sea una parte de mis propuestas.
El campus regional e interdisciplinario Irapuato-Salamanca debe volcarse hacia la atención prioritaria de la región centro-sur de nuestro estado, conformada por 13 municipios. Me refiero al corredor industrial, agrícola y comercial que conforman los municipios de Irapuato, Salamanca, Pueblo Nuevo, Valle de Santiago y Jaral del Progreso; unido al consolidado complejo textil y comercial de Moroleón, Uriangato, Yuriria y Santiago Maravatío; así como al dinámico desarrollo agroindustrial y pecuario de Abasolo, Pénjamo, Cuerámaro y Huanímaro. Todos ellos demandan que la universidad pública estudie y defina alternativas para el soporte y atención de las necesidades de capital humano que exige este complejo diferenciado de impulsos regionales y municipales.
Primero que nada necesitamos crecer institucionalmente, pero para ello hay que incrementar la matrícula y en paralelo los recursos humanos y materiales. Pero hay que hacerlo bien, más que rápido. Necesitamos mejorar, pero tener claro en qué ámbitos y con qué recursos; necesitamos ser socialmente pertinentes, pero con definición en las estrategias concretas para apoyar el desarrollo social; necesitamos preservar lo bueno y desechar lo pernicioso, pero también saber cuál es cuál. En fin, que necesitamos renovarnos profundamente y culminar el paso hacia la universidad regionalizada y flexible que todos deseamos. Con esa visión, creo que será fácil ponernos de acuerdo en las estrategias básicas. El esquema de los campus, las divisiones y los departamentos ayudará enormemente a concretar los ejes transversales que hoy no existen; la complementariedad e interdisciplinariedad que sólo vemos hoy en el papel, y la cercanía universitaria a las realidades regionales, que demanda nuestra sociedad.
Los 23 programas que ofrecen las cuatro unidades -16 licenciaturas, 6 maestrías y un doctorado- tienen acreditación externa en su mayoría. No existe un problema de calidad en la oferta y su sustento, pero es conveniente mantener una política de evaluación permanente y atención a las recomendaciones de los evaluadores. Sin embargo el reto del crecimiento pondrá en tensión las capacidades de atención con calidad a los nuevos programas y a los nuevos estudiantes. El proyecto de desarrollo contempla establecer estrategias participativas que involucren a todos los miembros del campus en el despliegue de acciones simultáneas en el ámbito de la calidad -superación académica, actualización curricular, internacionalización, desarrollo de capacidades y habilidades técnicas con enfoque humanístico, etcétera- así como en la cobertura -nuevos programas con pertinencia social, ampliación de matrícula en áreas de alta demanda, apertura de nuevos departamentos y divisiones, etcétera-, de tal manera que en los cuatro años de la nueva administración se pueda lubricar el tránsito hacia un auténtico modelo departamental y regional desplegado en tres nuevos campus, que planteo de esta manera: el Campus Irapuato -a construirse en El Copal o La Garrida-, con una división en Ciencias de la Salud y otra de Ciencias Ambientales, Agropecuarias y de la Alimentación; y eventualmente inaugurar programas en ciencias económico-administrativas y en ciencias sociales. El Campus Salamanca, con una división de ingenierías y Ciencias de la energía, otra en disciplinas económico-administrativas, y una más en artes y humanidades. Y finalmente el Campus Sur que atendería el eje urbano de Moroleón, Yuriria y Uriangato, con una división multidisciplinaria con departamentos en ingeniería, en lingüística aplicada, en disciplinas económico-empresariales, en diseño textil y en humanidades.
Se trata de atender con presteza y pertinencia a las necesidades de una de las regiones más dinámicas de Guanajuato, con 1.3 millones de habitantes y 163 mil jóvenes en edad de cursar licenciatura. Hoy sólo damos cobijo a 1,875 estudiantes. El reto numérico implica doblar esa cantidad en cuatro años, y hacerlo sin sacrificar la calidad y el prestigio del que hoy goza nuestra universidad.
Reitero que el proyecto en detalle está a la consideración del lector en la página institucional www.ugto.mx , pero con gusto responderé a cualquier cuestionamiento dirigido a mi correo electrónico personal. También agradeceré sus manifestaciones de apoyo al domicilio que se ha abierto para consultar a la comunidad: seleccion2008@quijote.ugto.mx
Artículos de coyuntura publicados por Luis Miguel Rionda Ramírez en medios impresos o electrónicos mexicanos.
Antropólogo social. Profesor titular de la Universidad de Guanajuato y de posgrado en la Universidad DeLaSalle Bajío, México. Exconsejero electoral en el INE y el IEEG.
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