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viernes, 29 de agosto de 2008

Centenarios


Los aniversarios que se avecinan, el del arranque de la rebelión de independencia en 1810 y el del inicio de la revolución social de 1910, están causando no pocas reacciones y debates que obligan a ejercitar una reflexión conjunta sobre el asunto. Por eso me decidí a compartir algunas convicciones desde mi visión como antropólogo y guanajuateño. Primero: es evidente que es importante fomentar y reforzar la memoria histórica sobre los dos momentos más trascendentes de nuestro devenir como nación, en especial en estos tiempos durante los que se ha debilitado sensiblemente el conocimiento de nuestros jóvenes acerca de sus raíces. Segundo: sin duda el estado de Guanajuato debe procurar y sostener un claro protagonismo nacional en este asunto. Tercero: las conmemoraciones deben ser compartidas por amplias capas sociales, que son las únicas que deben verse beneficiadas, y por lo mismo hay que evitar que la ocasión se convierta en oportunidad para que unos pocos hagan su agosto. Cuarto: los escenarios privilegiados de la gesta insurgente inicial de 1810-1812 fueron las villas y pueblos del Bajío, incluyendo a Michoacán y Querétaro; pero dentro de esos espacios destacaron la villa de Dolores, la de San Miguel el Grande, la ciudad de Guanajuato, la de Celaya y el pueblo de Acámbaro.
La identidad cultural es el mortero que unifica a una nación soberana, o que aspira a serlo. México ha padecido históricamente fuertes crisis de identidad, que nos han conducido irremediablemente a trances sociales muy complejos, incluso a guerras intestinas o a invasiones extranjeras. El nacionalismo mexicano fue una entelequia durante demasiado tiempo, hasta que la fundación de la Secretaría de Educación Pública en 1921, y la emergencia de un modelo de desarrollo nacionalista en los años treinta, permitieron consolidar un vigoroso sentido de pertenencia que nos dio fama internacional, ya que se evidenció con fuerza en nuestras artes y en nuestra cultura. Desgraciadamente, la globalización y el neoliberalismo de los años noventa cambiaron el escenario, y hoy día los jóvenes con menos de 30 años carecen de los valores identitarios que nos dieron prestigio. Un chavo de hoy se identifica mucho más con los “valores” de la sociedad anglosajona, incluso con los de la cultura japonesa, que con los de la mexicanidad. Si no me creen, charlen con sus hijos adolescentes sobre historia…
El valor de los festejos que se avecinan debe observarse desde la perspectiva de esta crisis de identidad que padecemos. Es una espléndida oportunidad de rehacer el vigor de la nacionalidad mexicana, para que pueda plantarse con pie seguro ante los embates de la globalización sin perderse en esa vorágine. Si recordamos un poco, Porfirio Díaz comprendió bien el valor simbólico del centenario, y emprendió fastuosos festejos que colocaron a México en la atención internacional, aunque no pudieron evitar el estallido social con que se despidió el año del huateque. Décadas después, cuando se desató la crisis social producto de los sismos de 1985 y la debacle económica, el gobierno federal optó por lanzar una magna campaña en torno de los símbolos patrios y los aniversarios 175 y 75 de los inicios de la independencia y la revolución. Fue una medida inteligente, ya que permitió restablecer en cierto grado la confianza del ciudadano común hacia su país, aún cuando ya se la hubiese perdido a su gobierno autoritario. Cientos de miles de mexicanos testimoniamos el recorrido de los símbolos patrios –la bandera, la constitución de 1917 y la campana de Dolores-, y nos sentimos confortados hasta cierto punto.
Vale la pena entonces emprender un festejo con la magnitud necesaria para reforzar nuestra identidad como pueblo que comparte historia y camino. Pero hay que hacerlo bien, sin evidenciar precisamente los problemas de falta de identidad que estamos señalando. Me explico: los Estados Unidos de Norteamérica celebraron su bicentenario en 1976 con toda la majestuosidad y el exhibicionismo a los que ese pueblo está acostumbrado. Muy al estilo hollywoodense, pleno de oropel y falsedad. Los que hayan tenido la oportunidad de visitar los sitios históricos de ese país, como Filadelfia o Boston, estarán de acuerdo conmigo en que esa experiencia se parece mucho a dar un paseo por Disneylandia, con sus coloridos palacios escenográficos de yeso y cartón. Los vecinos del norte han reconstruido los pocos sitios históricos que poseen con artificialidad y mal gusto. Me parece que ahora los mexicanos queremos imitarlos. El megaproyecto de la Expo Bicentenario me suena a ese intento. Es absurdo pretender replicar los sitios históricos de Dolores Hidalgo, Guanajuato y San Miguel en maquetas y pabellones turísticos, que además se ubicarán a poca distancia de los sitios originales. ¿Para qué malgastar el dineral que se ha anunciado, en obras de oropel? ¿De veras se considera que la memoria histórica y la identidad se refuerzan con museografías y carpas de artificio? Si tenemos al mero tablado de la independencia en la añosa Dolores y en las tres entidades consideradas patrimonio cultural de la humanidad –Guanajuato, San Miguel y Atotonilco-, a no más de 100 ó 200 kilómetros de urbes como León o Querétaro, ¿qué no será mejor invertir esos dineros en el reforzamiento de la infraestructura cultural, histórica, hotelera y de servicios para soportar una gran conmemoración en las propias calles de esas ciudades? ¿Por qué se pensó en los lomeríos de Silao y no en los llanos de Dolores-San Miguel?
Sin duda algo huele mal en Dinamarca…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pués sí, tristemente así es; la pauta del nacionalismo en México se ha dejado poco a poco a un lado.
Ahora con estos gobiernos vicserales, que no promueven el sentido de pertenencia de los mexicanos, que no dan importancia al arraigo que el pueblo mexicano tenía por su tierra.
Gente vana, consumismo total, materialismo, es hacia donde nos conducen.
Pero en fin, habrá que luchar como podamos, para mantener vivo el sentimiento de nacionalismo en México y la identidad nacional cerca de la juventud.

Saludos Dr. Rionda
Atte. Jorge Nieto
Mi e-mail es jnietoc77@hotmail
Fui su alumno en la FF y L en Guanajuato