La política en México está en plena descomposición. Los actores, tanto públicos como privados, están evidenciándose unos a otros como corruptos o deshonestos mediante una impensable campaña de subrepticias grabaciones mutuas, que ha puesto en evidencia que existe un estado de terror y espionaje donde nadie se encuentra a salvo. Si bien en estos momentos lo que nos ocupa son los escándalos de estas últimas dos semanas, es menester recordar acechanzas previas como fueron las audio grabaciones telefónicas de Vicente Fox y Martita en plena campaña electoral, las conversaciones que le publicaron a la profesora Gordillo, la ventaneada de Fidel Castro del “comes y te vas”, la denuncia de espionaje del que se dijo víctima Patricio Martínez, y numerosos otros casos a nivel nacional y local, que confirman que los mexicanos en política se han convertido en fisgones y chivatos profesionales del adversario. Es una “guerra sucia” que nos conducirá a un estado permanente de paranoia y desconfianza mutuas.
No pongo en duda el beneficio que tiene el evidenciar con las manos en la masa a corruptos y abusivos, que usualmente son demasiado listos como para dejarse atrapar por las vías legales. Sin embargo creo que es necesario preguntarse cuáles son los intereses y actores reales detrás de esas grabaciones, la mayoría de las cuales demandan un grado muy grande de sofisticación en la labor de espionaje. Por ejemplo, sobre el tesorero tahúr del DF, ¿cómo pudo implementarse el operativo de vigilancia en el casino del Bellagio, donde usualmente se hacen revisiones a los clientes mediante detectores de metales? ¿Cómo obtuvieron copia de las facturas de consumo? Me parece que en este asunto debió intervenir una organización sofisticada, con disposición abundante de recursos (como por ejemplo para subsidiar el viaje de los espías y el pago de sobornos para obtener las facturas). Para intuir qué organización pudo estar detrás de esto, sólo hay que preguntarse ¿a quién benefician los escándalos de Ponce y Bejarano? Evidentemente a los adversarios de López Obrador y su precandidatura presidencial. Pero hay rivales internos y externos. ¿Cuál pudo ser? ¿Cárdenas? ¿El PAN? ¿El gobierno federal? Incluso, ¿el PRI? Todos tendrían sus razones para desear que el peje sufra traspiés que lo expongan como un santurrón hipócrita ante la opinión pública (¡y vaya que ya mero lo logran!).
La feria de videos políticos indiscretos no parece que vaya a terminar en lo inmediato. Al contrario, ya se rumora la existencia de más materiales que alimentarán la hoguera obscena. Ante ello, nuestro derecho como ciudadanos es exigir que se investigue a fondo a los protagonistas involuntarios de estas telenovelas, pero también a los grupos de interés que hay detrás del voyeurismo. Insisto, nada de malo tiene el denunciar la corrupción, pero sí tiene mucho de sospechoso que se haga ante los medios antes que con las autoridades competentes. En este sentido tan corrupto es uno como el otro. Ambos demeritan a la política y salpican su decadencia hacia los medios y hacia la sociedad entera.
***
Pasando a otro tema, aprovecho el espacio para agradecer a quienes nos acompañaron en la sesión del día de ayer del Seminario Permanente sobre Procesos Electorales en México, con la participación de los doctores Juan Russo Foresto (de la Universidad Autónoma de Guerrero) y Víctor Alejandro Espinoza Valle (del Colegio de la Frontera Norte). Este es un seminario que coordino desde hace más de dos años y que apoyan el Colef y la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales. Tenemos sesiones cada seis semanas, sobre todo en la ciudad de Tijuana. Quienes tengan interés en la programación futura (pronto habrá teleconferencias) y los materiales que se han expuesto, envíenme un mensaje electrónico para hacérselos llegar.
Artículos de coyuntura publicados por Luis Miguel Rionda Ramírez en medios impresos o electrónicos mexicanos.
Antropólogo social. Profesor titular de la Universidad de Guanajuato y de posgrado en la Universidad DeLaSalle Bajío, México. Exconsejero electoral en el INE y el IEEG.
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