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viernes, 4 de agosto de 2006

¿Un futuro sin agua?

La Comisión Estatal del Agua de Guanajuato (CEAG) inauguró este miércoles su XII ExpoAgua, que con mucha fortuna conjugó con el IV Encuentro Nacional de Cultura del Agua. El evento convocó a un importante número de expertos, funcionarios, estudiosos y demás personajes que tienen interés o vínculos con el tema del aprovechamiento y cuidado del recurso natural más valioso para la vida en este planeta: el agua.
Acompañé a mi padre a la inauguración, pues el ingeniero Ricardo Sandoval, talentoso y sensible secretario técnico de la CEAG, lo había invitado a dar la conferencia inaugural, donde el maestro Isauro Rionda ensayó un acercamiento a las vicisitudes que la ciudad de Guanajuato ha enfrentado históricamente para lidiar con la escasez o la abundancia del agua. La ciudad minera ha transitado siglos de penuria ante las sequías pertinaces o las inundaciones catastróficas. Me hizo recordar un pasaje de aquella novela de la escritora Vicky Baum, “El ángel sin cabeza”, donde describe un día funesto a principios del siglo XIX, cuando la población amaneció con los sufrimientos del estiaje y la sed generalizada, y luego cómo por la tarde el cielo se cubría de nubarrones, y pronto se desataba un chubasco violento seguido del famoso “burro de agua”, una especie de tsunami que descendía de las cañadas de la sierra y barría todo a su paso. La sed matutina y el ahogo al atardecer. Nuestra relación con el agua ha sido siempre de extremos, incluso violentos.
Me pareció importante que se subraye que muchas tecnologías tradicionales de aprovechamiento del agua se hayan perdido de la memoria colectiva, como fueron los aljibes, las cajas de agua, los bordos, y demás recursos, que han sido sustituidos por tecnologías más depredadoras del medio, como las grandes presas y canales, y ni se diga de los pozos profundos.
Me pareció afortunado que el evento de la CEAG se realice precisamente en esta época, que tradicionalmente se ubica como plena temporada de lluvias. Sin embargo, y en contraste con lo que está sucediendo en otros lugares del país, donde desde hace semanas están lidiando con lluvias torrenciales (Monterrey, Guadalajara, Ciudad Juárez, el DF), en Guanajuato la temporada se ha retrasado este año más de lo normal. Es increíble que en este año se haya llegado al extremo de cancelar la apertura de la presa de la Olla, que debió ocurrir el primer lunes de julio. Sencillamente no ha llovido lo que debería para la época. Pero esta semana se ha mostrado muy llovedora, como si la naturaleza quisiese poner al día su deuda de agua con el estado de Guanajuato. Ojalá que las lluvias mantengan su ritmo actual, pues nuestra situación en cuanto a disponibilidad del recurso parece empeorar con los años.
Guanajuato es fuertemente deficitario en agua. Es decir, gastamos más agua que la que recibimos de forma natural por escurrimientos o por los acuíferos subterráneos. Recibimos 4,142 millones de metros cúbicos anuales (MM3A), pero hay aprovechamientos de 5,584 MM3A. Eso quiere decir que usamos 1,442 MM3A (26%) más de los que la naturaleza provee sin alterar los equilibrios hídricos del medio ambiente. ¿De dónde sale esta diferencia? De la sobreexplotación de los mantos freáticos. Los pozos profundos, cada vez más profundos, son la fuente de este exceso sobre la naturaleza. La depredación del ser humano no tiene límites, y estamos poniendo en riesgo nuestra propia supervivencia.
Los especialistas nos advierten de lo peligroso de esta situación. Debemos cambiar nuestra relación con el entorno. Es increíble que el 88% de nuestro consumo de agua se esté yendo a la agricultura, que padece todavía de técnicas anacrónicas para el riego. El desperdicio por malas técnicas de conducción es enorme, y las resistencias sociales hacia el cambio y la tecnificación son todavía formidables. Nadie quiere gastar en ahorrar agua, que es vista como un recurso barato. Muy diferente a Israel o los emiratos árabes, donde han hecho florecer el desierto con poquísima agua, bien aprovechada.
Si no hacemos algo con urgencia, nuestros hijos crecerán en un ambiente desertificado, con conflictos sociales derivados de la carencia de agua -no por nada “rivalidad” viene de “río”-. Ya tuvimos una probadita con los casos de Romita-La Muralla y recientemente en nuestro pleito con Jalisco por la construcción de una presa en el río Verde para León. Las cosas se pondrán mucho peor cuando los ecosistemas reflejen el abatimiento dramático de los acuíferos. Estamos cavando nuestra tumba futura si no reaccionamos a tiempo.

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