La semana pasada se desarrolló en la ciudad de Guadalajara el XIX Congreso Nacional y II Internacional de Estudios Electorales, encuentro académico anual que realiza la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A.C., mejor conocida como la SOMEE. Desde 1994 participo sin falta en estos eventos, que me han permitido vincular mi producción personal como investigador universitario a los debates que sobre este tópico ha venido construyendo una creciente comunidad de especialistas, tan pertinentes para nuestro país. Quiero compartir con los pacientes lectores un poco de mi experiencia particular, en un afán de convocar a los interesados en la reflexión político-electoral a participar en las actividades de esa meritoria asociación. Debo mencionar que Guanajuato está recibiendo muy poca atención de parte de analistas sociales, por lo que en cada congreso de la SOMEE soy casi el único en acudir con mis análisis de los procesos comiciales más recientes, y la soledad académica afecta a cualquiera. Aunque esto está cambiando por suerte.
En 1991 estaba yo en búsqueda de un tema para mi tesis de doctorado en ciencias sociales. Mis asesores me habían convencido de que dejara de lado temporalmente la temática que yo había trabajado en mis tesis previas de licenciatura y maestría: la migración laboral mexicana internacional. Y me dejé convencer porque en mi estado natal, Guanajuato, estaban ocurriendo cosas muy interesantes -e inquietantes también- en el ámbito político electoral. Las elecciones estatales del 18 de agosto de ese año habían tensado el ambiente local, y las cosas se complicaron aún más con el inopinado recurso del interinato. La entidad se convirtió así en un laboratorio donde el régimen salinista experimentó con la alternancia y el gobierno dividido, todo en aras de no afectar las negociaciones del TLC con América del Norte, y proyectar una imagen democrática que disipara las malas vibras del viejo autoritarismo.
Comencé a estudiar los procesos electorales que se verificaron en ese año en agosto y diciembre en nuestra entidad, que evidenciaron un avance espectacular del PAN, y más adelante analicé las elecciones federales y locales de 1994, que significaron una recuperación impresionante del PRI, gracias al “voto del miedo”. Con los resultados de mis pesquisas me presenté al VI Congreso Nacional de Estudios Electorales, organizado por la UAM-Iztapalapa y un puñado de investigadores que entonces se denominaban “Grupo Especializado en Estudios Electorales del Consejo Mexicano de Ciencias Sociales (COMECSO)”. Así me involucré en este agregado creciente de estudiosos, con los que pude tejer fuertes lazos de amistad. Recuerdo que mi ponencia primigenia se denominó “En Guanajuato se sintió el cambio: del verde al azul... y del azul al verde.”
Desde entonces no he faltado a ninguna de las citas anuales, e incluso me tocó la chamba de organizar dos de los congresos nacionales: el de 1996 en Guanajuato y el de 2003 en San Miguel Allende. Pero lo más interesante comenzó en 1998: sucedió que, luego de un intento infructuoso del COMECSO por desaparecer al grupo de estudiosos electorales, éste determinó constituirse en asociación civil y así lo formalizó el 10 de julio ante un notario público de la ciudad de Morelia. Firmamos el acta constitutiva los colegas Juan Reyes del Campillo, José Méndez Bravo, Jaime Rivera Velázquez, Adolfo Mejía González, Marina Garmendia Gómez, Rene Valdiviezo Sandoval, Juan Francisco Valerio, Javier Santiago Castillo, Ricardo Espinoza Toledo y el que escribe este diario de campo. Se conformaba así la SOMEE, independiente ya del COMECSO.
Al año siguiente tuve la suerte de participar en una de las primeras mesas directivas, presidida por Leonardo Valdés Zurita, entonces profesor de la UAM-Iztapalapa -y hoy de la Universidad de Guanajuato. Fui secretario de organización por cuatro años, y nos tocó la tarea de convertir a ese grupo de amigos en una asociación académica prestigiada que promoviese actividades durante todo el año, y así organizamos varios diplomados -algunos de ellos con el IEEG guanajuatense-, un concurso anual de tesis electorales, un premio anual a los notables de la democratización mexicana, un seminario nacional de estudios electorales en colaboración con el Colegio de la Frontera Norte en Tijuana -seminario que coordiné durante tres años-, publicaciones y otras actividades de carácter académico. El trabajo fue continuado por los siguientes presidentes de la SOMEE: Juan Reyes del Campillo y Pablo Javier Becerra.
Durante el pasado congreso en Guadalajara competimos nuevamente por la conducción de la asociación, pero en esta ocasión bajo el liderazgo de Ernesto Hernández Norzagaray, notable estudioso sinaloense. Obtuvimos el voto favorable de los colegas, y por ello me toca ahora participar en calidad de Secretario General de la SOMEE, lo que me llena de gusto. Nos espera el reto de organizar el XX Congreso Nacional el año próximo en Morelia, y el III Congreso Internacional en la ciudad de Salamanca, España, lo que representará todo un reto para una asociación mexicana. ¿Te interesa vincularte? Echa un ojo a la página electrónica: www.somee.org.mx
Artículos de coyuntura publicados por Luis Miguel Rionda Ramírez en medios impresos o electrónicos mexicanos.
Antropólogo social. Profesor titular de la Universidad de Guanajuato y de posgrado en la Universidad DeLaSalle Bajío, México. Exconsejero electoral en el INE y el IEEG.
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