Por: Enrique Montalvo (INAH, Yucatán)
Estimado Luis Miguel:
Tu artículo, "Tortícolis de la izquierda" resulta muy interesante, ya que resume una tendencia o un modo de reflexionar sobre la realidad mexicana, tendencia que al parecer ha ido ganando terreno en algunos sectores.
Antes de iniciar quisiera hacer público que respeto como amigo e investigador, la línea que ha caracterizado a tu trabajo académico, por el esfuerzo para mantener rigor y profundidad, además de que eres alguien comprometido con tu tarea de intelectual, y es por eso que me sorprendió el tono de tu ensayo.
Me parece que sin darte cuenta, y por supuesto sin pretender constituirte en un apoyador de la derecha en el gobierno, en tu artículo abonas en favor de esta corriente.
Veamos el caso: el presidente, quien juró defender y hacer defender la Constitución envía una serie de iniciativas que violentan la Carta Magna del país. Iniciativas que podrían tener una gravísima consecuencia para el futuro de varias generaciones, consecuencias tal vez más graves que las que está teniendo la aprobación del IPAB-FOBAPROA, y que además de ser aprobadas, introducirían al país en un terreno de vulnerabilidad y conflicto con otros países, al otorgarles derechos a poderosas empresas multinacionales que no se caracterizan precisamente por su interés en la justicia y el respeto a los derechos humanos.
Empresas que conspiran y han conspirado contra muchos países para hacer prevalecer sus utilidades.
Ante este intento de violar la Constitución (con todas las consecuencias que esto tendría), un grupo de diputados toma la tribuna del Congreso. Las consecuencias son, simplemente
1-que los legisladores se van a reunir a otro sitio, y claro.
2- que se obtiene una resonancia nacional, se evidencia el plan de aprobar al vapor una ley que tendría que discutirse detalladamente por sus consecuencias. Eso es todo.
Lo que me sorprende es el modo en que estructuras tu razonamiento. Ante el intento de violar la Constitución, de entregar jugosas utilidades a través de contratos a un grupo de cómplices (entre los cuales está el secretario de gobernación por cierto), no dices nada.
Pero eso sí, te declaras "mortificado", calificas la toma de la tribuna como un acto de adolescentes, aludes al mesianismo" de AMLO y abogas por "un ¡parlamentarismo respetuoso!" que no se logra porque sus defensores están "amordazados por sus oponentes internos, los telúricos habitantes de la sinrazón autoritaria.
" Pero por favor, la historia de los últimos 7 y medio años de alternancia ha sido la de la falta de respeto al parlamento.
Yo te preguntaría si no adoleces precisamente de una tortícolis que te impide ver hacia los desmanes presidenciales, la desmesura y el abuso de poder de querer hacer prevalecer intereses particulares, por encima de la Constitución, pero eso sí, miras con extremo legalismo un acto, que como traté de mostrar líneas arriba no se aproxima en lo más mínimo a la gravedad e ilegalidad del proyecto presidencial, además de que era la única forma de evitar que se arropara con el manto parlamentario, la ilegalidad, como te recuerdo, se hizo al final del foxismo con la ley de Comunicación.
Como bien señaló Delgado "De no haber sido por las acciones, ciertamente escandalosas, como la toma de las tribunas, pero sobre todo por la movilización de muchos miles de mexicanos, que sin coacción van al Zócalo, usted, muchos mexicanos y yo estaríamos quejándonos --a toro pasado-- de que, otra vez, se consumó una acción que beneficia a un sector, como la convalidación del Fobaproa."
Lo que me sorprendió fue tu respuesta: "¿no funcionan así todos los parlamentos del mundo?" Y es aquí a donde quiero llegar, percibo una ingenuidad (la caracterización no la hago yo, 2 veces la has hecho, de ti mismo, en este debate) gigantesca, y una tortícolis grave, pues si admites que "el asunto de la reforma energética está "precocinado", y que las fuerzas de la mayoría hoy desplazada tenían acuerdos tejidos de antemano.
Eso no puede ponerse en duda." Yo diría, ¿en qué quedamos? Y finalmente respondes a Delgado que "partimos de preconceptos diferentes para juzgar la misma situación." Y ese es el centro del tema, ¿cuáles son esos preconceptos que te permiten ignorar y disculpar la ilegalidad y arbitrariedad del poder, y exaltar, magnificar y condenar la del que resiste como único recurso?
A la tortícolis que se ha venido filtrando en el medio académico, habría que agregaría una especie de conformismo cómodo que se ha filtrado entre la intelectualidad, por el cual se afirma con cierto cinismo: "las cosas son como son, la democracia la imponen los más fuertes, así que no queda más que aceptarla sumisamente, hay que ser realistas".
Creo que los medios intelectuales se han visto de una u otra manera afectados e influidos por la propaganda neoliberal, así como por la del "peligro para México".
Ha penetrado de alguna u otra manera en la intelectualidad que ha mostrado no ser inmune a la misma.
En fin, estimado Luis Miguel, me parece fundamental que podamos debatir nuestras diferencias desde lo que se dice, pero también desde lo que no se dice, y ahí es donde enfoco mi reflexión.
En tu artículo simplemente no miras la estrategia y la ilegalidad trazadas desde el poder de la derecha y a partir de ahí te lanzas a una condena de la resistencia, lo que, estoy seguro que no es tu intención, te acerca a las posiciones de la derecha, o al menos a ser complaciente con ellas.
Recibe un fuerte abrazo y toda mi estimación y respeto
Artículos de coyuntura publicados por Luis Miguel Rionda Ramírez en medios impresos o electrónicos mexicanos.
Antropólogo social. Profesor titular de la Universidad de Guanajuato y de posgrado en la Universidad DeLaSalle Bajío, México. Exconsejero electoral en el INE y el IEEG.
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